11.9.12

Vacío, por favor III

En este post voy a romper alguna norma. Para empezar voy a poner la dirección completa del lugar. También comentar que las fotos las hice (y procesé, que también se nota) hace ya bastante tiempo… Tanto que casi ni me acuerdo. Cosas de “tirar de archivo”, que entre las vacaciones y la falta de tiempo esto de salir de “exploración” está bastante difícil.


Este es el típico abandono que te cruzas con él y piensas cómo es posible que una gasolinera en un sitio tan concurrido pueda haber cerrado.




 La gasolinera no era muy grande. Una de esas de pueblo que se ven por todas partes: un par de calles, cuatro surtidores y un pequeño edificio que albergaba tienda, servicios y poco más.

El interior había sido saqueado a base de bien, o tal vez simplemente sus antiguos propietarios se habían llevado todo antes de cerrar.


Apenas quedaban algunos papeles aquí y allá, envoltorios sueltos y una de las “pistolas” que alguien había colgado por allí.


Aparte de la puerta rota del exterior, alguien con mucho tiempo y energía que desperdiciar se había dedicado a echar abajo uno de los tabiques que comunicaban con los aseos, cuya puerta aún seguía bien cerrada.


En el exterior seguían estando los surtidores en relativo buen estado, aunque con parte de las chapas arrancadas.


Diesel a 0.956€. No cabe duda de que la gasolinera llevaba cerrada una buena temporada. ¡Qué tiempos aquellos de juventud y combustible “barato”!


Los surtidores más cercanos a la tienda estaban en bastante peor estado. Tal vez por estar más “escondidos” habían recibido mayores atenciones por parte de los gamberros.


Sin embargo, el más “escondido”, apenas separado unos metros de los anteriores, estaba en perfecto estado de revista.


La máquina de aire tenía un aspecto bastante inusual. Uno está acostumbrado a los sistemas actuales, con una esfera y aguja marcando la presión. Sin embargo esta era bastante distinta. Curiosa.


De no ser por la basura y los plásticos en la pista, el enorme tótem de precios podía parecer en uso. Sin embargo, esos simples detalles, junto a la luz de la puesta de sol y las nubes de tormenta lejanas dan al lugar un extraño aspecto desolado.


Ahora, como comenté al principio, la localización en un enlace de google maps. Cuando queráis y os venga bien podéis pasaros a verla.

La diferencia es desde hace ya unos cuantos meses vuelve a estar en funcionamiento. Una historia con final feliz, de esas tan poco habituales por estos pagos. Lo mismo si alguien hubiera publicado la localización mientras estaba en el estado que aparece en las fotos hubiera sido más rentable tirarla abajo en lugar de reparar los destrozos y hoy sería un solar. O quizá no. ¿Quién sabe?

18.6.12

Hotel, triste hotel.


Un pequeño hotel junto a una gran carretera. Una salida para el sólo, ¿Cómo se ha podido abandonar algo así? La respuesta es sencilla: salía más barato hacer una versión 2.0 al otro lado de la carretera.

De modo que este pequeñín se quedó cerrado abandonado y triste mientras que su hermano mayor  surgía grande, fuerte, con viajeros y coches parando para comer y dormir. El pequeñajo estuvo mucho tiempo cerrado y olvidado. Había pasado por delante tantas veces que ya casi ni le prestaba atención, hasta que un buen día me pareció ver unas pintadas que no estaban antes y una puerta abierta. La siguiente vez que pasé observé con más atención. No había lugar a dudas, la puerta estaba abierta.

Apunte mental para verlo algún día con tiempo antes de que revienten el lugar, que suele ser lo más habitual. Sorprendentemente un par de meses después el sitio seguía igual que lo recordaba, así que cámara en ristre y trípode al hombro fui a echarle un vistazo.

Lo que más me desilusionó fue ver que las zonas comunes, en un edificio distinto a donde estaban las habitaciones, estaban totalmente desmanteladas. Probablemente los dueños aprovecharon todo el mobiliario y equipamiento en el nuevo hotel, de modo que apenas quedaba algo más que un par de habitaciones vacías.

Por suerte la zona de las habitaciones contrastaba notoriamente con el vacío de la otra zona. Prácticamente todas las habitaciones se encontraban atestadas de viejos muebles.


Sorprendentemente no se veían destrozos ni pintadas en el interior. Los muebles estaban  muy estropeados y cubiertos con esa pátina de polvo que el tiempo se encarga de pintar, pero no parecía que nadie se hubiera dedicado a destrozar cosas, como suele ser habitual.


Por desgracia para mi quedó meridianamente claro que este había sido un “abandono ordenado”. Camas, colchones y demás mobiliario había sido concienzudamente desmontado y almacenado de manera más o menos ordenada en las distintas habitaciones. 


Donde si se veían signos de vandalismo era en los cristales. Muchos de ellos estaban rotos, probablemente porque el lugar ha aguantado cerrado durante mucho tiempo y los destrozos se habían limitado a ventanas exteriores, protegidas por rejas.




Encontré alguna cosa curiosa y bastante inexplicable, como estas cartulinas redondas con números de casi un metro de diámetro. Estaban en una zona que parecí algún tipo de almacén, con armarios al fondo.


El sitio en general tenía un adorable aspecto de eso que ahora llaman “vintage”. Sólo por las moquetas antiguas y el papel pintado ya valía la pena andar haciendo fotos por allí, y eso que el hotel era realmente pequeñito, con apenas una decena de habitaciones.


También encontré los restos de los adornos, como este montón de cuadros apilados al fondo de un pasillo. Resultaba curioso verlos allí, un poco en medio de todo, cuando el resto de mobiliario estaba en las habitaciones.


Probablemente esta es la imagen más nostálgica. No es la mejor ni mucho menos, sobre todo porque el cuarto se encontraba atestado de muebles desmontados y normalmente no tengo ni tiempo ni ganas de andar moviendo las cosas de sitio, pero podía irme de allí sin sacarle una foto. Qué tiempos aquellos en que las copas “import” costaban 650 pesetas (algo menos de 4.2€).


Lo más probable es que cuando vuelva a pasar por allí hayan terminado por arrasar el lugar, o, con más suerte, los dueños decidan tapiar  los accesos  y acabe convertido un una especie de cápsula del tiempo, al menos hasta que el tiempo haga su trabajo y las tejas se las lleve una tormenta y los tejados se vengan abajo…. O tal vez lo se venda o se rehabilite como hotel “histórico”, puestos a soñar.


Mientras tanto seguirá esperando tranquilamente, animado por el único resquicio de vida que aún le queda: el letrero de HOTEL aún se ilumina por las noches invitando a los viajeros cansados a pasar la noche… En el nuevo hotel al otro lado de la carretera.


¿Verdad que contado así la historia suena aún más triste de lo habitual? 

24.5.12

Colaboraciones: El Ex-cuartel


Era un día frío y lluvioso, nada propicio para hacer fotos, pero la cercanía  mi destino por unos días por temas laborales, hizo que mi compañero y yo nos acercáramos para contemplar esta magnífica construcción abandonada a su suerte, y que tantas veces nos habían comentado por su magnitud.




Se localiza cerca de una bella ciudad rodeada por imperiosos fuertes en su mayoría en buen estado de conservación, decidimos, por ser el más majestuoso, acudir este en concreto. Encaramado en una colina a la que se accede por una angosta pista semi-asfaltada y sin indicaciones precisas para llegar al lugar.



La entrada parece pequeña, de dos metros de ancha, pero al atravesarla accedemos a un patio gigante con un foso e imponentes muros que cierran el interior del fuerte en varios anillos protectores.



 Todavía están las casetas donde el ejército estuvo acuartelado y algunas conservan restos de las cocinas y chimeneas donde desarrollaban su vida diaria.




Las múltiples estancias nos hacen adivinar el gran número de acuartelados que estarían destinados en aquel lugar, todos ellos encargados de la protección del interior del núcleo del fuerte. En el interior encontramos la única edificación de color amarillo, a la que se accede tras pasar gran cantidad de puertas intermedias, en ella nos damos cuenta de la calidad que tuvieron sus despachos, con los suelos de madera y grandes techos de escayola con unos grandes ventanales que divisan y vigilan por todos los costados las instalaciones del fuerte. 



Llegamos a una de las zonas más mágicas de este edificio al encontrarnos con el único objeto del mobiliario que no ha sido retirado del lugar, una bañera enorme encaramada en la parte alta del edificio y con un gran ventanal que divisa parte de la ciudad y el fuerte completo.





En todas las instalaciones existen gran cantidad de galerías interiores que recorren el fuerte por el interior de sus muros y muchos recovecos en los que nos encontramos objetos que demuestran otros usos posteriores al acuartelamiento.





Es complicada la salida directa del edificio por los múltiples pasillos, escaleras y fosos. Nos vamos con ganas de volver y pasar más tiempo en este imponente fuerte del S XVIII, el tiempo de ocio ha finalizado para nosotros.


Ricardo Fernández Vañes

@ricardobarruelo

Un saludo

8.5.12

El palacete de la luz dorada.


Empezaba a caer la tarde. Dijimos de echar un vistazo rápido a aquel palacete antes de hacer un alto para una comida tardía. Apenas bastaron diez  minutos allí dentro para decidir mandar callar a las tripas y recoger las cámaras y trípodes del coche.

El lugar estaba básicamente vacío. Desde luego tenía aspecto de llevar bastante tiempo abandonado, cerrado y olvidado. Los pocos muebles grandes que encontramos estaban prácticamente desmontados.



Resultaba bastante sorprendente el hecho de que prácticamente no hubiera destrozos ni pintadas. Cristales rotos y esas cosas había, pero ni de lejos lo que uno suele ver en sitios como este, especialmente siendo el acceso tan sencillo. Sitios así dicen mucho y bueno de los pocos vecinos que había alrededor.



Toda la casa confluía en el enorme recibidor. La luz en aquel sitio era increíble. Por las ventanas laterales, cerradas en su mayoría, entraba bastante poca luz del sol que hacía rato había empezado a dirigirse a su cita nocturna con el horizonte. Sin embargo, por la claraboya  translúcida aún entraba un buen haz de luz.



Decidimos dividirnos para explorar el lugar, uno en la planta superior y el otro en la de abajo, de manera que no tuviéramos que andar vigilando si el otro entraba en el plano a fotografiar. La planta baja tenía varios salones alargados y una parte que debieron ser cocinas, aunque curiosamente no vimos ninguna hornilla o similar en toda la casa. Lo que sí tenían esas habitaciones era un aspecto más espartano que el resto del palacio y algunos elementos curiosos, como este separador de madera.



También encontramos alguna cama. Esta, en concreto, estaba en la habitación del fondo, en una esquina del palacete. Se puede ver el juego de azulejos de la pared en la foto anterior. Probablemente hubiera sido llevada allí tras el abandono, ya que los dormitorios estaban situados en la planta superior.



Cerca de las escaleras encontramos un pequeño cuarto casi sin ventanas que debió ser un pequeño almacén. Lo más curioso que vimos fue este enorme arcón de madera. Cuando hice la foto ni siquiera se veía el color, ya que la falta de luz era notable en aquella estancia. Luego, al revelar resultó ser del color azul que se aprecia. Por cierto, que allí sí que había algunas pintadas, por ejemplo en la puerta. ¡Hechas con tiza! En las fotos casi ni se veían.



Lo más vandálico que vimos fueron los restos de una pequeña hoguera en el centro de la casa, pero incluso daba la impresión de que tras apagarla alguien había tenido la delicadeza de limpiar un poco el sitio.




Tras revisar la planta baja subí a la superior. Las escaleras tenían aún aspecto de aguantar aún muchos años en buen estado, aunque lo que sí que había desaparecido era la baranda. Me dio la impresión de que podía haber sido de metal y que por eso alguien se la llevó, porque el resto de elementos decorativos, todos de madera, se conservaban en buen estado.



Lo que se ve al fondo con aspecto de enorme bañera era en realidad la baranda que rodeaba el hueco sobre el vestíbulo principal. También se puede observar donde estaba la baranda. 



La baranda del hueco se conservaba sorprendentemente bien. Solamente un segmento estaba dañado, y ni siquiera había caído, estando sólo inclinado. De cualquier manera mejor no apoyarse mucho en ella. Por si acaso…



Desde el hueco se podía ver la planta de abajo, con su silla y los restos de la hoguera. También se puede apreciar la combinación de luces entre la más fuerte superior y la más delicada lateral que había comentado antes.



Seguimos explorando la planta superior. Probablemente lo más llamativo fue encontrar esta vetusta televisión, probablemente de blanco y negro, y de un tamaño bastante considerable.  La luz aquí también era curiosa, ya que la habitación no tenía ventana alguna salvo por una claraboya pequeña situada en el trecho y cuya luz incidía directamente en la televisión.



En el pasillo, uno de los pocos muebles completos que encontramos. Esta vieja vitrina de vidrio se encontraba en perfecto estado, salvo por la enorme cantidad de polvo que albergaba y las pequeñas huellas dejadas por un gato.


No hay abandono que se libre de tener alguna silla. En mejor o peor estado, de un estilo o de otro… Siempre hay sillas. Algunas tan curiosas como esta, con ruedas.



La totalidad de los dormitorios estaban totalmente vacíos. Costaba encontrar en ellos algún interés fotográfico con sus ventanas cerradas y poco más. El más alejado de todos, probablemente el principal por tamaño era este. La ventana, orientada de manera distinta al resto, era la  única que vimos abierta. Este dormitorio era el único que tenía un cuarto de baño propio y de gran tamaño.



Curiosamente sólo había otro cuarto de baño más en toda la planta, justo en la otra esquina de la casa. Uno piensa en grandes mansiones y lo que le viene a la cabeza son muchos cuartos de baño. Se ve que cuando se construyó el palacete los baños eran un lujo bastante más caro que en la actualidad.



Después de fotografiar a placer bajamos por las escaleras de servicio con la intención de marcharnos ya. El hambre empezaba a apretar y aún nos quedaban  un buen montón de kilómetros para llegar a casa.



Nos entretuvimos aún un poco en el patio exterior, fotografiando la entrada principal que curiosamente estaba orientada al jardín y no era visible desde la calle. Tenía un aspecto bastante tétrico a pesar del sol y el calor. Probablemente en un día de tormenta la visita hubiera sido bastante más interesante, aunque sin el encanto de la luz dorada bañando lánguidamente el interior del palacete.



Os paso el enlace a la web del Sr. Máquinas para que podáis ver su punto de vista fotográfico de nuestra visita al palacete.

En dos semanas más, aunque me temo que, comparado con esto, no mejor. ¡Y es que sitios como este son difíciles de superar!