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11.2.16

EQ16. El viejo hotel junto a la carretera

Después de más de un año en el que el blog ha hecho honor a su nombre vuelvo a las andadas. Sigo sin tener mucho tiempo para colgar entradas en el blog y menos aún para salir a explorar, pero por suerte aún me queda material “viejo y abandonado” para poder entreteneros durante algún tiempo. Así que volvamos atrás en el tiempo y sigamos mostrando lo que dio de si la EQ16 que discurrió por tierras lusas.

Llegamos, aparcamos los coches al lado y entramos por el jardín como cão por su casa.
Lo primero que nos encontramos parecía ser la residencia de los dueños. Aquello tenía toda la pinta de una vivienda de 3 plantas, enormes y sorprendentemente atestadas de detalles, aunque la mayoría de los muebles estaban bastante hechos trizas.




Los baños no estaban mucho mejor, pero personalmente si no hay polvo, trastos y azulejos agrietados no me parece un abandono.





Curiosamente en los muebles del baño aún quedaban incluso medicinas. A saber la de años que llevaría olvidado ahí ese jarabe para la tos.




También encontramos una diminuta habitación, tan pequeña que no cabía una cama, que probablemente se utilizase de cuarto de costura. El mueble estaba lleno de botones y había retales de tela por todas partes.





Cerca estaba la cocina, bastante curiosa y con aspecto “de abuela”. Por ejemplo, en el detalle de las estanterías tapizadas con tela. Tenía pinta de que los antiguos habitantes de la casa eran aficionados al vino.





En la despensa había aún más botellas y una preciosa, aunque bastante deteriorada lata de café “El Mejor”. Las marcas ahora son bastante más modestas eligiendo los nombres…





En la última planta había un enorme desván lleno de trastos de todo tipo y pelaje. Me llamó la atención esta enorme caja con mandos eléctricos. ¿Una radio? ¿Tal vez un amplificador? Cualquiera sabe lo que ocultaría esa enorme cantidad de polvo.





Tal vez lo más curioso de la casa era lo más oculto. ¿Veis las escaleras al fondo de la foto anterior? Tras un par de giros daban paso a una vieja habitación en buhardilla, con una vieja cama y esta vieja mesita de noche llena de pastillas.





Después de explorar la vivienda nos dirigimos al hotel propiamente dicho. Tres plantas bastante destrozadas, pero aún repletas de detalles para fotografiar. Tras la recepción encontramos esta vieja caja fuerte que parecía sacada de una película del viejo oeste. Ahora sólo guardaba viejas postales con la imagen del hotel.





El comedor principal estaba sorprendentemente en muy buen estado, a pesar de todo el tiempo que había pasado. No faltaban los techos rotos y el polvo por doquier, pero las mesas y sillas estaban en un sorprendente buen orden.





Al fondo del comedor estaba esta vieja silla de barbero. Viendo fotos previas del lugar pudimos comprobar que originalmente estaba en una pequeña habitación que hacía las veces de barbería y que a falta del sillón nosotros pasamos totalmente por alto. Alguien lo había movido hasta el salón, tal vez para fotografiarlo con mejor luz.





En la esquina opuesta del salón estaba este espacio con un sofá. Las piezas amarillas del suelo eran tarjetas de plástico con números, probablemente para marcar las mesas.





Tras la barra del bar encontrábamos la enorme cocina. Curiosamente casi había más grasa acumulada que óxido.




Justo debajo de la cocina había una gran despensa llena de botellas vacías. Uno se pregunta el motivo de almacenar tantas botellas. ¿Coleccionismo, quizá?





Volvimos para explorar las plantas superiores donde estaban las habitaciones, no sin antes fotografiar la aún majestuosa escalera principal. Tristemente en visitas posteriores de otros exploradores pudimos comprobar que las barandas y escalones habían sido reventados. Este tipo de cosas son las que hacen que seamos tan discretos con las localizaciones, aunque en este caso de poco sirvió.





En las plantas de las habitaciones había poco que ver. Todas las habitaciones tenían más o menos el mismo aspecto, con los muebles reventados en mayor o menor medida. Esta era una de las más enteras, y aun así tenía el típico lavabo reventado. Estando por allí aparecieron un puñado de chavales, probablemente del pueblo. Tras el susto inicial por su parte se metieron en una habitación y no les volvimos prácticamente a ver. Por su reacción parece que no éramos los primeros fotógrafos que veían por allí.





Las escaleras de acceso a la segunda planta estaban bastante peor. Allí ya habían desaparecido las barandas y había un montón de muebles rotos en las escaleras que no se ven en la foto. La segunda planta tenía el mismo aspecto que la primera, salvo porque los muebles estaban aún más destrozados.




Descubrimos también otra parte del hotel, separada del edificio principal y en bastante mejor estado, salvo porque estaba totalmente vacía salvo por algún detalle aislado, como una vieja impresora HP o esta preciosidad metida en una habitación. Tengo que admitir que este tipo de bañeras son mi debilidad....



Tras los comentarios y esperar a los últimos compañeros rezagados salimos al jardín a buscar una GoPro que se había caído y que milagrosamente apareció entre unas hierbas. Las escaleras que se ven conectaban con la planta baja y la puerta de abajo es donde estaba el almacén con las botellas.




Tras reunirnos nos fuimos haciendo las últimas fotos. Esta del final tiene el curioso detalle de mostrar la misma fachada que aparecía en las postales que encontramos en la recepción.



Con esta visita dimos por finalizado el día de exploraciones, no sin antes intentar acceder a otro hotel que por su concurrida ubicación y la falta de luz decidimos no explorar.
Todavía quedaba un buen trecho para volver al hotel y ver que íbamos a visitar el día siguiente.

Otras visiones del sitio:

  • El amigo Nano ya había estado previamente, e incluso se atrevió a pasar una noche de hotel.
  • Sara fue la que tuvo la mala suerte de perder la cámara y luego la suerte de encontrarla. Podéis ver su visión del sitio en Grand Hotel.
  • En Urbexspain tambien estuvieron por aquí. Lo llamaron Hotel Principal.
  •  

8.4.14

EQ16. EL hotel balneario abandonado.

Este es uno de esos abandonos que ves de lejos y piensas: "Uf, muy grande pero muy hecho polvo".
Lo malo de este tipo de impresión es que vas un poco con el ánimo de echarle un ojo pero sin demasiado interés. Vas buscando una entrada fácil, pero piensas que si hay que esforzarse mucho mejor lo dejas. Vas mirando por las ventanas y lo que ves no parece especialmente interesante... Pasillos vacíos, muros reventados... Mala pinta.





Al final encuentras una puerta abierta y decides echar un ojo. Por dentro la cosa no mejora demasiado, pero lo suficiente para ponerte a buscar alguna toma buena, pero sin decidirte a sacar el trípode. Por suerte desde que tengo la E-3, tirando de angular, algo de ISO, estabilizador óptico y ráfaga se obtienen HDRs bastante decentes (aquí es donde más de uno se echa las manos a la cabeza... ¡HDR!¡Puagh!).





El edificio en el que estuvimos era uno de los laterales. Pequeño, sobre todo comparado con el tamaño del edificio central, pero daba bastante de si para las fotos, especialmente teniendo en cuenta que el edificio tenía pinta de llevar más de un siglo en pie.





También la edad y las ventanas abiertas se notaban y pasaban factura. Los suelos de madera estaban carcomidos y con agujeros. En algunas de las habitaciones uno ni se atrevía a entrar, por si acaso al agujero existente le daba por ampliarse repentinamente por aquello de estar uno encima haciendo fotos.






Tampoco los techos de las plantas altas se libraban de los agujeros. Lo único bueno era ese tono verdoso tan característico que la humedad confiere a las paredes.



La escalera principal quizá fuera lo más interesante del conjunto. La pequeña vidriera de diseño geométrico estaba bastante destartalada, pero aún daba confianza suficiente para poder usarla.




En la planta más alta la lluvia y la humedad habían hecho su habitual trabajo de desgaste. AL caer la escayola se mostraba la constitución de sus muros, con láminas de madera y pasta (cemento o adobe, a saber). Está claro que ya no se hacen edificios como los de antes. Viendo el trabajo que debía de llevar levantar estos muros no es de extrañar.




Resultaba curioso encontrar aún algunos muebles aquí y allá, a pesar de que todo indicaba que el lugar llevaba abandonado décadas.




Como siempre, sanitarios quedaban pocos. Nunca acabaré de entender la afición que existe en reventar porcelana. De hecho, de lo poco que vi ni siquiera estaba en donde debía estar.





Otra cosa curiosa era la sorprendente falta de pintadas. No es que no hubiera ninguna, como se puede apreciar, pero comparado con lo que uno acostumbra a ver es un cambio más que agradable.
En la zona más cercana a la carretera había una especie de salón bastante grande. Posiblemente fuera uno de los bares del hotel. Aún quedaban muebles y sofás, e incluso algunas sillas de plástico que indicaban que el sitio se había usado posteriormente al abandono.





También era curiosa esta pequeña especie de cueva artificial bajo la entrada al edificio. No sé si originalmente sería un lugar tan "verdoso", pero lo cierto es que así quedaba de lo más original.




Lo que más me llamó la atención incluso mientras nos acercábamos al lugar fue un pequeño edificio con una enorme chimenea de ladrillo rojo más propia de una fábrica que de un hotel en el campo.




Resultó ser la caseta de calderas. Estas aún estaban allí, sorprendentemente. Supongo que intentar sacar aquellas moles de metal requeriría demoler todo el edificio, ya que la impresión que daban es que primero se habían instalado las calderas y construido posteriormente el edificio.




Al final resultó una visita tranquila e interesante. Nos faltó por ver el edificio central, pero el acceso no era, digamos inmediato. Además, parecía estar en bastante mal estado. Quien sabe, quizá tras estos muros estaba lo mejor del lugar.





Desde luego, al menor por fuera, era la parte más estética del lugar. Tal vez para otra ocasión...



Otras visiones del mismo lugar:


18.6.12

Hotel, triste hotel.


Un pequeño hotel junto a una gran carretera. Una salida para el sólo, ¿Cómo se ha podido abandonar algo así? La respuesta es sencilla: salía más barato hacer una versión 2.0 al otro lado de la carretera.

De modo que este pequeñín se quedó cerrado abandonado y triste mientras que su hermano mayor  surgía grande, fuerte, con viajeros y coches parando para comer y dormir. El pequeñajo estuvo mucho tiempo cerrado y olvidado. Había pasado por delante tantas veces que ya casi ni le prestaba atención, hasta que un buen día me pareció ver unas pintadas que no estaban antes y una puerta abierta. La siguiente vez que pasé observé con más atención. No había lugar a dudas, la puerta estaba abierta.

Apunte mental para verlo algún día con tiempo antes de que revienten el lugar, que suele ser lo más habitual. Sorprendentemente un par de meses después el sitio seguía igual que lo recordaba, así que cámara en ristre y trípode al hombro fui a echarle un vistazo.

Lo que más me desilusionó fue ver que las zonas comunes, en un edificio distinto a donde estaban las habitaciones, estaban totalmente desmanteladas. Probablemente los dueños aprovecharon todo el mobiliario y equipamiento en el nuevo hotel, de modo que apenas quedaba algo más que un par de habitaciones vacías.

Por suerte la zona de las habitaciones contrastaba notoriamente con el vacío de la otra zona. Prácticamente todas las habitaciones se encontraban atestadas de viejos muebles.


Sorprendentemente no se veían destrozos ni pintadas en el interior. Los muebles estaban  muy estropeados y cubiertos con esa pátina de polvo que el tiempo se encarga de pintar, pero no parecía que nadie se hubiera dedicado a destrozar cosas, como suele ser habitual.


Por desgracia para mi quedó meridianamente claro que este había sido un “abandono ordenado”. Camas, colchones y demás mobiliario había sido concienzudamente desmontado y almacenado de manera más o menos ordenada en las distintas habitaciones. 


Donde si se veían signos de vandalismo era en los cristales. Muchos de ellos estaban rotos, probablemente porque el lugar ha aguantado cerrado durante mucho tiempo y los destrozos se habían limitado a ventanas exteriores, protegidas por rejas.




Encontré alguna cosa curiosa y bastante inexplicable, como estas cartulinas redondas con números de casi un metro de diámetro. Estaban en una zona que parecí algún tipo de almacén, con armarios al fondo.


El sitio en general tenía un adorable aspecto de eso que ahora llaman “vintage”. Sólo por las moquetas antiguas y el papel pintado ya valía la pena andar haciendo fotos por allí, y eso que el hotel era realmente pequeñito, con apenas una decena de habitaciones.


También encontré los restos de los adornos, como este montón de cuadros apilados al fondo de un pasillo. Resultaba curioso verlos allí, un poco en medio de todo, cuando el resto de mobiliario estaba en las habitaciones.


Probablemente esta es la imagen más nostálgica. No es la mejor ni mucho menos, sobre todo porque el cuarto se encontraba atestado de muebles desmontados y normalmente no tengo ni tiempo ni ganas de andar moviendo las cosas de sitio, pero podía irme de allí sin sacarle una foto. Qué tiempos aquellos en que las copas “import” costaban 650 pesetas (algo menos de 4.2€).


Lo más probable es que cuando vuelva a pasar por allí hayan terminado por arrasar el lugar, o, con más suerte, los dueños decidan tapiar  los accesos  y acabe convertido un una especie de cápsula del tiempo, al menos hasta que el tiempo haga su trabajo y las tejas se las lleve una tormenta y los tejados se vengan abajo…. O tal vez lo se venda o se rehabilite como hotel “histórico”, puestos a soñar.


Mientras tanto seguirá esperando tranquilamente, animado por el único resquicio de vida que aún le queda: el letrero de HOTEL aún se ilumina por las noches invitando a los viajeros cansados a pasar la noche… En el nuevo hotel al otro lado de la carretera.


¿Verdad que contado así la historia suena aún más triste de lo habitual? 

6.12.11

Pensión de pueblo abandonada

Nuestra siguiente visita nos llevó a una serie de instalaciones aledañas a una vía férrea en desuso. Las estaciones que queríamos ver estaban tan destrozadas que apenas tenían interés alguno. Cerca, nos dirigimos a un pequeño poblado abandonado. La mayor parte de las casas estaban prácticamente arrasadas, sobre todo las más modernas. Sin embargo esta pequeña pensión de aspecto bastante más antiguo que el resto de edificaciones se conservaba bastante mejor que el resto.

De su parte delantera destacaba la absoluta simpleza de sus líneas, sólo rotas la balconada central que una parra había usado como asidero hasta cubrirla casi por completo.



Sin embargo, desde su parte trasera, su aspecto cambiaba totalmente, y con esa esepcie de torre, que servía para albergar la escalera hasta los pisos superiores, recordaba vagamente a un viejo castillo.



Lo primero que encontramos tras entrar fueun pequeño vestíbulo con una puerta al fondo. El suelo de losetas de diseño geométrico, el papel cayéndose de las paredes y la total ausencia de pintadas auguraban una buena sesión de fotos.



No hizo falta irse muy lejos. Justo al pasar la puerta, al observarla desde el otro lado, descubrimos que lo que parecía cristal era en realidad un curioso plástico traslúcido de colores, que hacía juego con el papel de las paredes. Personalmente esta creo que fue la foto del día.



En la planta baja encontramos varios colchones en el suelo, y algunos muebles con dibujos de niños. Probablemente alguien había estado viviendo de okupa en el edificio durante una buena temporada.



Curiosamente, toda la planta baja tenía aspecto de haber sido una vivienda aparte del resto del hotel, ya que tenía un par de habitaciones, un baño y una pequeña cocina que también hacía las veces de salón de estar. Además, esta casa estaba aislada de las habitaciones de las plantas superiores, a las que sólo se podía acceder desde el exterior por un acceso a la “torre” de escaleras.



Por ese acceso también se llegaba al sótano, que debía de servir como cocina y comedor para el hostal. Aquí había bastante poca luz debido a las pequeñas y altas ventanas que quedaban a ras del suelo exterior.



Allí también encontramos restos de okupación, aunque bastante menos que arriba. Esta zona era de peor acceso y bastante más oscura, pero en verano debía ser más fresquita.



La torre de escaleras no tenía demasiado buen estado, pero al menos en las primeras planta tenía aspecto de aguantar bien el peso. Por precaución fuimos subiendo separados unos de otros, para minimizar el peso en cada tramo de escalera. La última planta estaba bastante peor y el techo se había caído en varios sitios, además de tener bastantes escalones rotos, así que desechamos la idea de subir hasta la última planta.



En general todas las habitaciones estaban vacías y sin mucho que ver. Los baños, uno común por planta, tampoco tenían demasiado interés. Lo que si era curioso era la decoración de las paredes de la penúltima planta. Los que ya no vamos siendo tan jóvenes seguro que recordamos a David el Gnomo. Por el estado de las pinturas diría que eran originales de cuando se segúia usando como hostal. Tal vez esa planta estuviera dedicada a los más pequeños, aunque no sé yo quien querría dormir en la habitación de los troll…



El bar del hostal estaba situado en un edificio aledaño, y estaba en bastante peor estado que el edificio principal. El techo se había caído en varias partes y de la barra quedaba poco.



Buscando detalles encontré este viejo panel eléctrico, de aquellos con enchufes de porcelana y huecos para los fusibles.



En el cuarto trasero del bar encontramos el típico bicho muerto que suele aparecer en estos sitios. En este caso era menos desagradable que en otros lugares, aunque debía de llevar bastante tiempo allí, por cómo olía de mal…. :)



El sitio era pequeño, pero por su estado y la cantidad de detalles nos compensó ampliamente el tiempo desperdiciado en el resto de edificios.



Salu2!