9.12.10

Industria metalúrgica abandonada: El gigante oxidado

“El sitio está hecho polvo, pero tiene su cosilla desde el punto de vista fotográfico”. Con esa idea nos llevaron a “Sinterlange”. “Es una fábrica de sintetización”. “¿Y que leches es eso de sintetización?”. “Hacían cosas para fabricar acero en otra parte, o algo así”.

En realidad el proceso que se aplicaba en esta fábrica se llama Sinterización. En la Wikipedia tenéis un artículo bastante corto sobre la sinterización . Si queréis más información, en el rincón del vago tenéis un trabajo bastante más completo sobre el tema.
En resumen, para los que no quieran leer, el proceso se basa en convertir el metal en polvo, meter el polvo en moldes y calentarlos sin que se lleguen a fundir para crear piezas metálicas para uso industrial.

Así que la idea previa que llevaba antes de ir allí era una fábrica hecha polvo. Nada demasiado excitante, que digamos.

Aparcando en una zona residencial de buen aspecto, junto a lo que parecía un parque no presagiaba nada bueno. Un paseo de 5 minutos y una valla agujereada y ya estábamos dentro del recinto. “Si subís allí tendréis una buena vista general del sitio”. Para arriba que fuimos. El sitio era grande, feo y sucio. A primera vista tres edificios y una chimenea. No estaba tan mal…

Lo que no me había fijado era que el sitio estaba bastante más lejos de lo que aparentaba. Tardamos casi 10 minutos a buen paso en llegar hasta le explanada frente a la chimenea. Desde allí, la perspectiva cambiaba bastante. ¡El sitio era gigantesco! Lo que desde lejos parecían 4 ó 5 plantas de altura resultaron ser precisamente eso. Pero lo que no se veía en la distancia era que esas 5 plantas no eran de 3-4 metros como en cualquier edificio, sino más del doble al ser plantas industriales.



Empezamos por echar un vistazo a la chimenea. No sólo era una salida de gases y humos, sino que también se utilizaba como vestuarios, aseos y oficinas. Todo el edificio cilíndrico que rodeaba a la chimenea, y que se puede ver en la foto anterior de color gris, se dedicaba a eso.

El sitio era un tanto agobiante, ya que prácticamente no había ninguna ventana. Hasta dos de las plantas, estaban dedicadas a taquillas y aseos. Centenares de taquillas, tiradas en su mayoría, conformaban un caótico laberinto en el que la única luz era la de la linterna. Volví a encontrar taquillas “decoradas”, aunque en este caso de forma bastante más explícita que en otras ocasiones.



Sólo en la zona de la última planta había algo de luz proveniente de la azotea, pero sólo en la zona central, junto a los ascensores desplomados. No nos lo pensamos mucho antes de subir por la escalera de caracol.



En la “azotea” del edificio teníamos unas vistas impresionantes del resto de los edificios. Las puertas abiertas más cercanas que se ven abajo contenían antaño los transformadores y equipos eléctricos de la fábrica, al igual que parte del edificio justo detrás. Los tres “cuadrados” detrás eran los conductos por los que pasaba el aire caliente y los gases de los hornos. Conectaban con sendas turbinas que extraían el humo de la fábrica y lo mandaban bajo tierra hasta la chimenea donde estábamos.



Por suerte, la chimenea tenía la escala de metal reventada en los primeros 15 metros desde la azotea. Si no, estoy seguro de que alguno hubiera acabado jugándose los piños por echar un vistazo desde arriba.



Tras esperar un poco al resto del grupo, que se había retrasado un poco, nos dirigimos al primer edificio. Como comentaba, allí estaba el equipamiento dedicado a proveer de energía eléctrica a todo el complejo. Este pasillo estaba lleno de transformadores, palancas y equipos cerámicos para la electricidad. Hasta ahora nunca había visto un pasillo así de enorme.



Justo al lado estaban las turbinas de extracción a las que me refería antes. En realidad sólo una de las turbinas permanecía allí. Las otras dos habían sido desguazadas y sólo quedaban las tuberías en la pared. Es muy difícil que podáis haceros a la idea de lo enrome que era aquél sitio sólo con la foto. Para que os hagáis una idea, la turbina superviviente debía tener unos 12 metros de alto. La foto está tomada desde una terracita a una altura de unos 3 pisos sobre el suelo.



El edificio principal era aún más grande. La foto es de la planta inferior, donde no quedaba absolutamente nada, aparte de polvo y columnas oxidadas. No tengo ni idea de cómo llegó ese sillón ahí, pero apostaría que alguien lo había traído de fuera. Y como no hay abandono sin sillas, había que hacerle la foto de rigor.



Las plantas superiores eran bastante más interesantes, especialmente las superiores. Supongo que desguazar y extraer el metal de los pisos superiores era bastante más complejo desde el punto de vista logístico que en los inferiores, de modo que quedaba mucho más que ver.

Los trastos cuadrados del fondo debían ser una parte de los hornos para obtener el polvo de metal. Parece que gran parte de ellos, la que iría sobre los huecos había desaparecido.



Detalle de un lateral de uno de los hornos. Probablemente fueran hornos eléctricos. No se observaban diales de presión y de gas, ni las tuberías habituales en estos hornos.
Sin embargo, en el fondo de la habitación, había gran cantidad de mandos y consolas eléctricas.



En muchas partes del piso había acumulaciones de agua y vegetación que contrastaban con el aspecto entre gris y rojizo del lugar.



En la azotea teníamos una excelente vista del último edificio, anexo al que estábamos pero sin comunicarse con el, al menos desde las plantas superiores. La cantidad de tuberías y metal era realmente impresionante, sobre todo teniendo en cuanta su gigantesco tamaño. Por desgracia, con el sol ya cayendo hacia el horizonte, no tuvimos tiempo de explorar este último edificio.



Justo en el lateral del edificio donde estábamos destacaba la gigantesca cinta transportadora que debía mover el mineral desde la zona de carga, fuera del edificio, a la zona de arriba. Por lo tanto, lo más probable es que en esta zona se realizara el pulverizado y tal vez también el uso de los moldes, y en el edificio siguiente el calentamiento de las piezas.



Aquí acababa la cinta transportadora. Se puede observar el motor de la cinta y el “tunel” de la cinta al fondo. Tuve que hacer algo de equilibrismo y escalada para llegar allí.



Así que resultó sorprendente encontrarme por allí a dos pequeños alemanes de unos 12-14 años que me sorprendieron mientras hacía fotos. Después de darle vueltas llegué a la conclusión de que los pequeños ninjas habían subido por las escaleras de la cinta transportadora, sin necesidad de tener que hacer escalada. Ventajas de conocer el terreno.



El final sólo nos quedó dar la vuelta al edificio antes de salir. Era curioso ver los restos de la playa de vías que debió servir para trasportar los minerales por ferrocarril. Las vías propiamente dichas habían desaparecido, pero aún quedaban las traviesas de madera que no se habían llevado.



La visita fue altamente satisfactoria. Si que es cierto que el sitio estaba “so trashed” (reventado) que dicen por ahí, pero entre su gigantesco tamaño y la gran cantidad de detalles realmente valía la pena la visita. Lo único malo es que no tuviéramos luz suficiente para poder explorarla por completo, y seguro que nos quedó bastante por ver bajo tierra.

Espero que os hayáis hecho algo de idea de lo que vimos allí. Ahora coged esa idea, hacedla el doble de grande y tendréis una idea mucho mejor de aquello.

23.11.10

La España fantasma: un libro solidario.

Normalmente no cuelgo material que no sea mío, o de algún colaborador esporádico. Y menos aún cuelgo "spam". Sin embargo esta vez la excepción se justifica.



Un pequeño proyecto que nació tras la idea liberada en Internet  de fotografiar las ciudades vacías durante la final del pasado mundial de fútbol de Suráfrica, y que ahora se ha convertido en un libro de carácter solidario.

Como al fin y al cabo son fotos de lugares abandonados, aunque sólo lo hayan sido durante unas horas, me parece apropiado ponerlo aquí. Y si además es un proyecto solidario creo que el spam está más que justificado.


El libro cuesta unos ridículos 18€, que no está nada mal para ser un libro de fotografías de 132 páginas a color, y se puede comprar desde aquí: http://www.bubok.es/libro/detalles/193145/La-Espana-Fantasma

11.11.10

EQ12. Clinica infantil abandonada en Alemania.



Tras visitar la mina de las jaulas del post anterior, y tras pasar por el picnic tras el maletero de los coches de rigor nos dirigimos a nuestro siguiente abandono.

La Kinderclinic tenía un enorme parque central, con césped y árboles de aspecto sorprendentemente cuidado. A su alrededor, varios grupos de edificios, destacando el frontal, bastante más grande que el resto. Sólo un vistazo más detenido te hacía darte cuenta de que las ventanas más bajas estaban cerradas con tablones de madera. De no ser por eso y por la ausencia completa de coches o gente en los alrededores cualquiera hubiera dicho que el lugar seguía funcionando.

Por suerte había una entrada en la parte trasera del edificio grande. Una de las tablas había sido rota, permitiendo el acceso al edificio principal.

La primera impresión, tras arrastrarnos por el pequeño agujero, fue más que positiva. Enormes pasillos con habitaciones a cada lado. Pocas pintadas y no demasiados destrozos a primera vista.



La mayor parte de las habitaciones estaban vacías, sin camas ni ningún tipo de mobiliario. Daba la impresión de que se habían llevado todo lo útil antes de echar el cierre.



Lo que sí llamaba la atención es que algunas habitaciones tenían estas pequeñas bañeras altas. Diría que debían ser para bañar a los niños más pequeños. Los restos que se ven en el suelo eran de un lavabo. Resulta curioso darse cuenta que los lavabos son los primeros en ser destrozados. O tal vez, que son sanitarios que menos resisten los golpes.



Por todos lados se podían ver dibujos coloridos recortados en papel con formas variadas, aunque sobre todo animales. Probablemente hechos por los propios niños allí hospitalizados.



La conserjería estaba totalmente desguazada. Era curioso ver que, aunque los cables estaban sacados de su sitio, no los habían desmontado.



La monotonía de las habitaciones de los pasillos la rompían unos enormes cuartos de baño con distintos tipos de bañera.



Otra curiosidad que fuimos viendo según recorríamos las habitaciones era que prácticamente todas las griferías habían sido quitadas de su lugar. No sólo en estos baños grandes, sino en los lavabos de las habitaciones también.



El edificio tenía dos alas que formaban una L. Había escaleras en cada uno de los extremos, aunque la principal se encontraba justo en la parte central, cerca de la entrada principal y junto a los dos ascensores principales.




Las escaleras de los extremos eran bastante más normales. Esta es la del extremo más alejado, que se distinguía de los otros por tener un montacargas, mientras que el resto sólo tenían escaleras.



Todas las plantas del ala larga de la L estaban destinadas a habitaciones, todas más o menos igual. En la buhardilla, con aspecto de no haber estado destinada al uso público encontramos bastantes trastos, desde equipo de limpieza a juguetes y maquinaria de aire acondicionado.



Otra de las cosas curiosas en la buhardilla era esto:



Si abrís la foto en grande veréis que se trata de un avispero. Sin embargo no eran avispas normales, sino avispones. Por suerte alguien había roto y eliminado a los bichos, porque tenían el tamaño de un abejorro y aspecto de tener muy malas pulgas. Hasta muertas daban bastante respeto.

En el ala pequeña de la L estaban situadas las consultas y otros equipamientos médico. No había quirófano a la vista, pero si un par de habitaciones con azulejos hasta el techo que al principio pensamos que podía serlo. Luego, mirando en los armarios encontramos restos de matraces y otro equipo de laboratorio, aunque rotos. Al final llegamos a la conclusión de que debía tratarse de algún tipo de laboratorio de análisis.



Al final del pasillo de la segunda planta nos encontramos con una sala de rayos X. Normalmente estos sitios suelen estar bastante destrozados, pero en este caso la máquina parecía que podía empezar a usarse en cualquier momento, salvo porque el cuadro de luces de la instalación eléctrica estaba un tanto reventado (se ve al fondo de la foto). Sin embargo el proyector y la mesa conservaban un movimiento totalmente fluido, y a pesar de su tamaño y peso se podía desplazar prácticamente sin esfuerzo.



En la parte de fuera también estaba todo el equipo de control de la exposición radiológica. Excepto por la cantidad de polvo que tenía estaba impecable.



Otra cosa que llamaba la atención del lugar era la cantidad de casquillos que había por el suelo. Observandolos detenidamente resultaron ser balas de pintura, aunque no del tipo que se usan en el Paintball, que se lanzan por gas, sino que en este caso eran cartuchos de pólvora con bala de pintura en lugar del proyectil de plomo. Incluso encontramos algunos casquillos como este, de arma larga. Suponemos que en algún momento el lugar fue usado como zona de entrenamiento para la Polizei o los militares. Si observáis la foto de la conserjería podéis ver en el cristal el impacto de una de estas balas de pintura.



Normalmente dejamos para el final la zona de los sótanos, de este modo podemos fotografiar con luz natural las partes altas y bajar cuando empieza a caer el sol.
De los sótanos no hay muchas fotos, a pesar de que había bastantes cosas que ver, como un enorme generador diesel, almacenes, talleres, trastos variados, sistemas de ventilación y calefacción…

Lo que sí nos llamó la atención fue la sala de calderas, sobre todo porque estaba parcialmente inundada. La “estrella” del lugar era un mueble lleno de productos químicos metido en el agua.



También me llamó la atención este montón de bañeras (sí, empiezo a pensar que tengo fijación por las bañeras), sobre todo porque eran totalmente distintas a las que habíamos visto arriba.



Paseamos en la oscuridad del sótano, pasamos las cocinas iluminándonos sólo con las linternas… Habitaciones y más habitaciones de uso desconocido, hasta que en el otro extremo del edificio encontramos la sala de hidroterapia. La piscina no era especialmente grande, pero sí bastante profunda. Aquí había ventanas, pero como el resto estaban tapadas por tablones de modo que no entraba nada de luz.



Tras conseguir reunir a medio grupo decidimos salir fuera, donde nos encontramos que el resto del grupo ya había salido antes y andaban de tertulia por el jardín.
A esas alturas, con el último sol poniéndose tras los edificios, estábamos bastante cansados, así que decidimos volver al hotel a descansar.



El sitio probablemente haya sido el hospital más entero que haya visitado hasta ahora. La única pena es que lo hubieran trasladado de sitio y aprovechado todo el mobiliario, pero de cualquier manera la tarde dio para explorar a conciencia y hartarnos de hacer fotos.

Lo malo de los días así es que, tras verlos, otros sitios que normalmente te hubieran impresionado parecen poca cosa. Aunque aún nos quedaban bastantes cosas por ver en Alemania.

14.10.10

EQ12. Mina de carbón Hugo abandonada en Alemania

Como ya había comentado, la semana pasada estuvimos de viaje fotográfico por Alemania. El país germano sigue demostrando día a día que es uno de las mecas de los sitios abandonados. Y eso que esta vez no nos acercamos a la extinta Alemania oriental.

La primera visita que hicimos fue a esta instalación minera. La visita previa del otro grupo no auguraba nada bueno, ya que parecía que gran parte había sido convertida en museo y lo primero que veías al llegar era un flamante edificio de acero y cristal con un aparcamiento bien surtido de coches. Por suerte, un par de correos y sus respuestas nos pusieron en la pista correcta. El sitio estaba detrás de las oficinas, y los domingos no se trabajaba.

Desde fuera el sitio parecía bien cerrado. Los alemanes son expertos en tapiar los abandonos, bien con madera en la mayor parte de los casos, bien con acero, en los sitios mejor conservados. El resultado suele ser parecido a este: fachadas reventadas pero interiores en buen estado.



Sin embargo, la puerta trasera de este estaba abierta de par en par. Y por varios sitios, tal y como comprobamos después.

El sitio por donde entramos daba a una planta baja y lo que parecían ser una serie de oficinas. Algo de material informático, mesa de despacho y algún que otro fichero lo parecían indicar. El sitio estaba francamente reventado (so trashed, que dicen por ahí), aunque dio para algunas fotos interesantes, a pesar de la falta de luz.



Todo el ala parecían ser oficinas, totalmente vacías excepto por algún que otro mueble olvidado.


Los armarios empotrados tampoco se los habían llevado, pero tampoco es que quedase mucho en ellos.



La exploración fue bastante rápida por la falta de sitios de interés. Era difícil dar con algún detalle que despertara la atención de la cámara.


Sin embargo, en la zona de vestuarios la cosa empezaba a ponerse interesante… Sobre todo porque sabíamos lo que buscábamos…

Justo en la planta inferior encontramos esta vieja máquina expendedora de tabaco. Incluso tenía algunas cajetillas recortadas para indicar que marca se alojaba en cada columna.



En la planta superior, tras subir un tramo de escaleras, estaba esto…



La primera vez que vi fotos del lugar fue en la página de Bart, el holandés errante… Sólo pone fotos, sin texto alguno. Yo estaba convencido de que las fotos eran de una fábrica de lámparas.


Lo que parecían centenares de lámparas colgaban de los altísimos techos por medio de largas cadenas en la gigantesca sala. ¿Qué sería aquello?


La respuesta es tan curiosa como sorprendente: taquillas.

Cada “jaula” colgaba del techo con un sistema de poleas hasta un lateral, donde cada una de ellas tenía asociada un número. Los trabajadores dejaban sus efectos personales en la jaula que tenía asignada, luego se iban a su número y tiraban de la cadena hasta dejar la jaula a sus buenos cinco metros del suelo. Luego fijaban la cadena con un candado o una llave (había dos modelos de cierre) y así sus cosas quedaban suspendidas a salvo de manos extrañas.


¿Dije centenares de “lámparas”? En realidad sería más preciso decir millares. El último número de “jaula” era el 4000 y pico. Podéis haceros a la idea de la cantidad de gente que trabajaba a diario en aquel lugar.


También había otras taquillas más convencionales, con forma de pequeñas cajas con puerta, aunque en número francamente menor. No es que fueran pocas, sino que comparadas con millares de jaulas...


La mayor parte del grupo se quedó casi todo el tiempo en esta zona haciendo fotos y más fotos. La verdad es que el lugar era tan curioso que era a lo que se prestaba.

Yo me dediqué a buscar otros puntos de vista. No sin dificultad y varias escaleras sin salida y pasillos a oscuras di con un acceso a la parte superior, desde donde la perspectiva del lugar cambiaba radicalmente.



En la parte superior también encontré varios sistemas de ventilación y purificación de aire. Filtros y enormes ventiladores carenados para mover el aire, como estos armatostes de tres metros de alto. En toda la zona había montones de manchas de colores llamativos: balas de Paintball.


En las habitaciones de filtrado había unos enormes termómetros sobre las puertas.


También en la planta superior encontré la maquinaria que movía el gigantesco montacargas que comunicaba los distintos pisos de la instalación. Resulta curioso que tuviera un montacargas tan enorme teniendo en cuenta que por allí sólo se movía gente, y no maquinaria o el carbón.



Volviendo de las plantas superiores, junto a los servicios, encontré algunas habitaciones con jaulas como las de la sala principal, aunque en este caso bastante más pequeñas y con paredes de azulejo.


Supongo que serviría para gente con turnos distintos o especiales… Personal de laboratorio o de limpieza, tal vez.



Hacia el otro lado encontré una serie de pequeños talleres. Tenían pinta de ser los sitios donde se ponían al día la maquinaria ligera y los respiradores de los mineros. Entre otras cosas curiosas este bote con una sustancia rojiza que ni por asomo se me ocurriría tocar.


También había pequeñas taquillas en esta zona, además de los casilleros para colocar los equipos de respiración e iluminación autónoma de los mineros.


En esa zona encontré más cosas interesantes. Había una enorme zona de aseo, con duchas individuales y un par de bañeras, lavabos y demás.


A dicha zona se accedía por medio de un largo pasillo, y justo al final había una pequeño mostrador acristalado. Supongo que sería algún tipo de control de acceso.


Pero en una habitación aparte estaba esta enorme bañera. Mis casi 2 metros de estatura hubieran podido caber dentro holgadamente.


Parecía tener una serie de mandos y en el interior se observaban orificios que debieron servir para la entrada de agua a presión. ¿Un jacuzzi en una mina? Supongo que debía tener alguna utilidad más allá del simple relax, pero la verdad es que chocaba bastante verla allí.


De vuelta en busca del resto del grupo hice algunas fotos más, aunque a estas alturas es difícil saber a que correspondía cada cosa.


Casi todo el grupo seguía allí haciendo fotos, salvo por unos cuantos que merodeaban por las plantas superiores. Viendo que aún quedaba tiempo de explorar me dirigí a la planta inferior. Allí había una serie de bancos y perchas, probablemente donde los mineros se cambiaban de ropa. Aledaño a estos vestuarios, las duchas comunitarias.
La verdad es que el lugar tenía un aspecto bastante siniestro, lleno de polvo y suciedad.
Resultaba difícil imaginarlo limpio y mojado y lleno de hombres desnudos quitándose capas y capas de hollín.


Aparte de eso había poco que ver en los sótanos, donde, además, la falta de luz era más que evidente, así que volví para arriba.
En la sala de las jaulas había un pequeño cuarto acristalado. Me llamó la atención el polvo rojo y un panel de control que parecía totalmente fuera de sitio, pero a la cámara le gustó bastante.


También había unas cuantas taquillas, aparentemente igual de sosas que el resto que había visto abajo… Hasta que encontré un detalle curioso en una de ellas.


Después de aquello sólo quedó tratar de reunir a la gente que andaba dispersa por el edificio, hacernos las fotos de grupo y volver a los coches, en cuyos maleteros teníamos comida para organizar un estupendo picnic reparador.


Para ser el primer sitio que vimos y estar tan reventado la visita había resultado más que buena, al menos desde el punto de vista fotográfico. Con aquello ya podríamos habernos dado por satisfechos, pero…. ¡Anda que no quedaban sitios por ver! Permanezcan en sintonía, que esto no ha hecho más que empezar….