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22.1.14

La electroharinera en desuso.

Los que nos dedicamos a esto tenemos algunas reglas. Dos de ellas, quizás las más importantes, son que no rompemos nada ni nos llevamos nada. La importancia de esto, además de moral, se debe a que hacer cualquiera de estas cosas convertiría lo que hacemos en delito (vandalismo y robo, para ser exactos).

Este es uno de esos casos en que llegas, miras y ves que el sitio está cerrado a cal y canto. Como no es plan andar por ahí con una maza y unas cizallas tuvimos que echar mano al plan B. Una visita a un taller vecino, unas cuantas preguntas y una llamada después consiguieron que la diplomacia (ese arte de dejar pensar a los demás lo mismo que tu) de Gus nos abriera las puertas de este sitio.



Por cierto, para los que piden localizaciones para rodajes, sesiones de fotos y similares… En este sitio no hay problema. Previo pago, eso sí. Si a alguien le interesa busco el móvil de esta gente para que podáis hablarlo. Está relativamente cerca de Madrid.

El lugar está en desuso como harinera, pero no abandonado. En la parte trasera los propietarios han aprovechado el terreno para plantar un huerto bastante completito y algunas de las naves traseras para almacenar útiles de labranza y demás enseres.

También en la parte trasera encontramos las naves más modernas de la instalación, que por estructura y aspecto debieron construirse bastante más tarde que el edificio principal. Probablemente se utilizaron para almacenar los sacos de harinas y piensos.



El edificio principal con fachada de piedra constaba de tres plantas.
La planta baja, bastante más amplia que el resto, contaba con varias zonas más modernas que se utilizaban como almacenes, talleres y demás.



En la zona de talleres me llamaron poderosamente la atención la gran cantidad de pequeña maquinaria con diales y agujas sobre estructuras de madera.

 


Estaban en su mayor parte hasta arriba de polvo y suciedad, pero lejos de estropear su aspecto le daban un toque decadente que resultaba encantador.



Sobre la mesa del taller había un viejo almanaque de 1983 con fotos de coches. Renault, si no me falla la memoria.



Junto al taller había una nave con varios recintos de madera donde, por los tubos que había en su parte superior, debía depositarse el grano.  En aquella zona el techo estaba algo más dañado que en el resto, como prueba el pequeño charco que había en el suelo.



Aunque por el color de la imagen  lo parezca no me hice un lío con el balance de blancos de la cámara. La nave aledaña trasera tenía el techo de Uralita con tragaluces de plástico azulado que daban a la estancia ese curioso color azul.



En este plano se aprecia bastante mejor. Resultaba curioso el contraste entre la luz rojiza del atardecer a la izquierda y la fría luz azulada que dejaban pasar las claraboyas.



Un poco más lejos había más habitaciones con cosas curiosas. Este curioso bodegón estaba junto a una puerta que daba a la parte exterior cerca de los huertos. Por extraño que suene me pareció el sitio más acogedor de todo el lugar. Sería por el sillón...



Volviendo al edificio principal observamos que la planta baja estaba bastante vacía. Lo más curioso era que una parte tenía una tarima de madera que recordaba bastante a un escenario. Por los tubos de la parte de arriba suponemos que en su momento debió de haber maquinaria que hoy falta.



Bajo ella se encontraba este enorme y larguísimo eje con ruedas. Las ruedas servían para formar un sistema de correas que daban movimiento al resto de maquinaria.



En una esquina de la habitación estaba el pequeño botiquín. El color blanco resaltaba especialmente en la polvorienta atmósfera reinante.



La segunda planta era a mi parecer la más bonita del lugar. No sólo la mayor parte de la maquinaria estaba construida en madera, sino que el hecho de que también el suelo y techo estuvieran realizados con el mismo material.

En otros sitios hemos encontrado algún que otro resto de este tipo de equipos. Pero encontrarte estas auténticas piezas de arte industrial en un estado tan bueno era un auténtico lujo.

Mientras que en otros lugares alucinábamos con cosas tan simples como una vieja manivela o una rueda dentada aquí teníamos la pieza completa y con aspecto de poder volver a echar a andar tras una limpieza y un engrase.

No todo era madera, claro está. Ejes, mandos y poleas de este material hubieran durado más bien poco en funcionamiento.



Por otro lado había otras máquinas con partes de tela, como los tubos blancos de esta máquina. Resulta sorprendente que aún estén en buen estado después de tantos años.



Probablemente la máquina más bonita fuera esta. Personalmente, con sus tubos por la parte trasera, me recordaba vagamente a un órgano.



Tanto las portezuelas como el resto de partes móviles funcionaban razonablemente bien, e incluso se observaban aún restos de grano en el interior de la maquina.



En la planta superior había más maquinaria, aunque en menor número y tamaño que en la de abajo.



Tal vez fuera sólo una impresión, porque lo cierto es que el espacio parecía mayor y había más espacio libre.



Quizá lo más llamativo era esta rampa en espiral de color rojo fuerte y propósito desconocido. A mi parecer lo más probable es que sirviera para que los granos de cereal se lo pasaran bomba… :)



Desde luego los mandos de estas máquinas están a años de las virguerías electrónicas de las máquinas actuales, pero aunque sin duda son menos eficientes y duraderos, su aspecto steampunk es mucho más estético.



Otra cosa curiosa eran estos tubos de madera con “ventanas” practicables de vidrio. Probablemente sirvieran para comprobar que el sistema funcionaba como es debido.



El sitio era bastante pequeño y para lo que solemos estar acostumbrados cuando hablamos de fábricas, pero entre la cantidad de detalles y de maquinas presentes la cámara estuvo trabajando a destajo.



Además, la luz del atardecer entrando directa por las sucias ventanas unido al color de la madera daban al lugar un ambiente especialmente cálido.



Probablemente cuando estaba en funcionamiento, con todos los ruidos y traqueteos de la maquinaria el ambiente sería muy distinto, pero aquella tarde todo rezumaba una extraña sensación de tranquilidad.



Desde luego esta ha sido uno de esos lugares que da gusto explorar. Ojalá fuera más frecuente encontrar sitios así, varados en el tiempo y a salvo de pintadas sin gracia y gamberros sin escrúpulos.

Esperemos que siga así mucho tiempo.


Salu2!

10.4.12

La fábrica de yogures arrasada

Después de pelearnos un buen rato con el GPS acabamos en la puerta de esta fábrica de yogures. Ya nos habían comentado que el sitio estaba bastante reventado, pero como nos pillaba más o menos de camino decidimos pasarnos a echar un ojo y algunas fotos.

La primera impresión fue bastante desoladora. Vallas tiradas y pintadas por doquier, e incluso algún indicio de incendio. Pero bueno, el sitio parecía grande y algo se podría sacar. Así que aparcamos el coche y tras sobreponernos al golpe de calor al salir del coche nos fuimos a echar un vistazo.



Por dentro estaba más o menos igual. Costaba encontrar alguna pared sin las dichosas firmitas y había porquería y deshechos por todas partes. La fábrica, además, parecía haber sido desguazada a conciencia, no sé si por los dueños antes de cerrarla o por los chatarreros posteriormente. En las grandes salas de fabricación no quedaba absolutamente nada reconocible, salvo los soportes de obra que antes sostenían las máquinas más pesadas.



Visto que la zona de producción no daba mucho juego nos dirigimos a las zonas aledañas. Tampoco es que estuvieran mucho mejor, pero al menos había algunos detalles interesantes desperdigados aquí y allá. ¿Veis este montón de piececitas negras? Son las plantillas que se usan para marcar la fecha de caducidad en los yogures y la encontramos en una pequeña sala aledaña a las de producción.



Cerca estaba lo que quedaba de la sala del médico de la fábrica. En la puerta se lee: “Servicio médico de empresa”. De no ser por la puerta no habríamos podido reconocer el lugar, que había sido prácticamente arrasado. Se supone que el sitio desde donde se tomó la foto era una especie de sala de espera, y la que se ve tras la ventana, que era de cristal esmerilado, sería la sala de curas y exámenes.



Un poco más lejos encontramos los laboratorios. Sorprendentemente aún quedaban cosas allí y fue el lugar donde más tiempo acabamos pasando haciendo fotos. Personalmente me encantan estas botellas marrones de vidrio que suelen contener los productos químicos.



También encontramos estas piececitas de plástico que creo que se usan para contener muestras. El poyete es el mismo que se ve al fondo de la foto anterior.



En una pequeña habitación contigua había un pequeño anexo donde se debían hacer las operaciones que requerían ausencia de luz ya que quedaban restos de cristales tintados en las ventanas, además de montones de botecitos con etiquetas de nombre exóticos.



Nos dirigimos a la zona de oficinas. El pasillo que se ve al fondo es por donde llegamos, y el mostrador parece que era la recepción de la zona de oficinas. Aún quedaban algunos papeles y trastos, como un viejo teclado de ordenador y poco más.



A la recepción, que se encontraba en la segunda planta, se accedía desde la puerta principal por medio de estas escaleras.



En la planta de abajo poco quedaba. Aquí las señales de incendio eran aún más evidentes. Esta habitación estaba totalmente negra por el humo, hasta el punto de que aunque las ventanas rotas dejaban entrar la luz del exterior la impresión al asomarse por la puerta era de oscuridad casi total.



La verdad es que el sitio estaba bastante hecho polvo en general, lo que sumado al asfixiante calor de aquel día hizo que saliéramos de allí relativamente pronto y sin hacer demasiadas fotos y pensando ya en el siguiente destino que os puedo adelantar que es, como poco, sorprendente a pesar de ser diminuto. Os lo cuento dentro de un par de semanas.

Salu2!

22.11.11

Fábria de harinas abandonada

Nuestro siguiente destino era una vieja fábrica de harina de la que teníamos alguna referencia que otra. Al llegar allí nos encontramos que el lugar estaba muy cerca de una carretera bastante transitada, y encima en los alrededores había un par de asentamientos chabolistas que no daban demasiada tranquilidad. Esperamos un rato a que no hubiera moros en la costa y nos dirigimos al edificio intentando poner aspecto como quien está en su jardín el fin de semana.



La entrada al edificio no tenía mayor problema. Lo primero que nos llamó la atención fue el suelo. Daba la impresión de que ahí el agua entraba en buena cantidad, acompañada de tierra. Ahora, el barro seco y cuarteado le daban a la habitación casi vacía un aspecto de lo más curioso.



Además del suelo, lo único destacable era un viejo montacargas que, sorprendentemente, aún seguía en el piso superior. Lo habitual es encontrarse los ascensores en el piso más bajo, si es que están. Por ahora, la competencia entre la gravedad y el óxido tienen al segundo como ganador temporal.



Observando la maquinaria de cerca saltaba a la vista que los nuevos habitantes del lugar habían dejado su huella. O más bien sus heces. Toda la maquinaria del montacargas estaba cubierta de excrementos de paloma.



Las siguientes habitaciones estaban elevadas respecto a la primera. Esto hacía que en el suelo no hubiera restos de barro, aunque en casi todas partes había una generosa capa de excrementos de pájaro. La planta superior era de madera, aunque la mayor parte de las columnas eran metálicas. En el suelo se podían observar unos pequeños “bordillos” de cemento que indicaban donde había estado la maquinaria hoy desaparecida.



En la siguiente habitación, una de las más grandes, encontramos esta curiosa estructura en forma de rampa circular. Estaba hecha de madera en su totalidad, lo que explicaba su deplorable estado.



Probablemente alguien había intentado usarla para subir a la segunda planta con el resultado que se puede observar. Al menos el que fuera tuvo suerte de que se rompiera abajo, y no arriba.



En la primera foto se puede ver al fondo lo que queda de la escalera de acceso al segundo piso. En este caso, la estructura no ha aguantado el paso del tiempo tan bien como los pilares de metal, y se ha venido abajo dejando colgando la barandilla metálica. Espero que no pillase a nadie subiendo.




Más al fondo encontramos una zona más colorida, que debió de servir como vivienda u oficinas. El color de las paredes era totalmente distinto a la zona que habíamos visto, y las ventanas de madera aún se conservaban en parte.



También encontramos los restos de una vieja cocina sumida en la casi total oscuridad. Para hacer esta foto tuve que exponer casi un minuto, y encuadrar a ojo y con la ayuda de la linterna. Cuando vi los azulejos blancos en la pequeña pantalla de la cámara casi no me lo podía creer. Aún hoy, la capacidad de las cámaras de "ver en la oscuridad" me sigue sorprendiendo.



En un pequeño cuartito justo detrás de la cocina encontramos algunos restos más de maquinaria, aunque poca cosa. Estas pesadas ruedas de piedra debían servir de muelas para triturar el grano. Debían de tener algo más de un metro de diámetro. Aunque lo suyo hubiera sido buscar alguna referencia no encontré nada que me pudiera servir por allí.



Colgado del techo estaba el típico depósito de agua caliente antiguo que se suele encontrar en las casas viejas, aunque en este caso el tamaño era bastante mayor de lo habitual, con casi 3 metros de largo por más de 1 de diámetro. También estaba bastante más oxidado de lo que suele ser habitual, aunque no estoy seguro de si se debía al tiempo o a que aquel lugar tenía pinta de mojarse bastante con las lluvias.



La prueba de lo del agua estaba a pocos metros de allí, en un pequeño sótano apenas un metro más abajo del nivel del suelo. Por suerte el reflejo de un pequeño ventanuco en el agua sirvió para darme cuenta de que estaba totalmente inundado antes de bajar las oscuras escaleras.



De vuelta a la entrada nos fijamos en alguna de las columnas metálicas de esa zona, bastante más estéticas que las simples vigas de hierro en forma de H que sujetaban los techos del resto de zonas. Prácticamente no tenían óxido, salvo en la zona inferior, donde parecía faltar parte del suelo.



El sitio en principio tiene poco que ver desde un punto de vista industrial. Sólo techos y paredes y prácticamente ninguna maquinaria. Tampoco resultaba especialmente grande, sobre todo al ser imposible acceder a las plantas superiores. Aún así, es de esos sitios en los que buscando un poco se consiguen algunas fotografías interesantes, o al menos eso me parecen a mi.



Espero que os haya gustado. En una semana escasa lo más probable es que esté más que liado explorando sitios más nauseabundos aunque bastante más cálidos y adorables. Espero que cambiar pañales se me de mejor que hacer fotos… : ) Por este motivo me va a tocar dejar los abandonos durante una buena temporada, pero no os preocupéis, que todavía tengo material de archivo como para ir tirando unos cuantos meses más a razón de un post cada dos semanas.

Así que hasta dentro de dos martes, si nada se tuerce.

Salu2!