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19.10.11

Colaboraciones: El pueblo abandonado de Belchite

Mas cerca de lo que nos pensamos los que residimos en Zaragoza (30 minutos en coche) tenemos unas de las ruinas más famosas de la Guerra Civil española, triste episodio que se resiste a poder ser superado y olvidado de una vez definitiva.

En lamentable estado de abandono encontramos junto a Belchite nuevo lo que se ha denominado como el pueblo viejo de Belchite, escenario nocturna de tan buenos episodios radiofónicos.
Realmente interesante es visitarlo durante días de tormenta y niebla así como aprovechando el buen clima durante el verano para hacer excelentes fotografías nocturnas.




Resalta el buen estado de conservación de algunos edificios como puede ser el de la entrada principal por la parte nueva tal y como podemos apreciar en la siguiente foto




Varios conventos (de San Agustin y de San Rafael) e iglesias (San Martin de Tours y San Juan) se ubicaban en esta villa, dando una clara muestra de su importancia en aquellos tiempos.






Entrar a sus edificios derruidos y observar su actual estado hace que nos preocupe, y mucho, documentar lo mejor posible estos vestigios de tiempos no tan lejanos.




Realmente peligroso es callejear por sus calles así como aventurarse a entrar en unos edificios que inexplicablemente se mantienen en pie.






Pese a todo, en este pueblo se pueden disfrutar de momentos más frecuentes en postales y cuadros durante los atardeceres.




Hay sitios que parecen tener vida propia y cambian de un mes para otro, como puede ser la famosa cochera con el 2CV






Recomendamos una visita a este pueblo como desde aquí recomendamos a las autoridades se pongan a trabajar en intentar conservar siendo fieles a la naturaleza de las ruinas.

Miguel Angel Gomez, www.ruralphoto.es

6.3.08

Colaboraciones: El viento ceniza: Pueblos abandonados.

Fotos y textos: Herminio Hoz

“Desde entonces hasta hoy, la muerte ha ido avanzando tenaz y lentamente por los cimientos y las vigas interiores de la casa. Sin vértigo, sin prisa. Sin compasión ninguna. En sólo cuatro años, la hiedra y la carcoma han destruido el trabajo de toda una familia y de todo un siglo”. Así dice el último habitante de un pueblo del pirineo oscense en la novela “La Lluvia Amarilla”, escrita en 1988 por Julio Llamazares.

Este libro del poeta de Vegamián (León) es el revelador retrato del comienzo del abandono de un pueblo cualquiera perdido en medio de las montañas, uno más que ha cedido al tiempo y se vence anciano a las ruinas. Veinte años después de la publicación de este libro, en España, según datos del INE, 2648 pueblos siguen muriendo en soledad, solos en los montes o en los llanos o bajo un embalse.

No vive nadie. (Sierra del Segura, Albacete).

El abandono de los pueblos en nuestro país ha sido un fenómeno lento, tal vez tan lento como la propia historia, un largo camino por los siglos en el que muchos pueblos han quedado atrás sin remedio y dejando breves huellas. Sin embargo en España, la vida rural fue condenada definitivamente en los años cincuenta del siglo XX, la emigración a las ciudades y al extranjero vació aldeas y pueblos en solo varias décadas, comenzó a morir así una forma de vida que echa sus raíces en la Edad Media. La mecanización del campo, la autarquía y la falta de expectativas echó a los jóvenes a las ciudades y los pueblos quedaron solo para los viejos, en algunos no nace ningún niño desde hace 30 años. Una crónica muy descriptiva de esta situación se cuenta en la película “El Cielo Gira”, de Mercedes Álvarez, donde se cuenta la vida de los últimos moradores de Aldealseñor (Soria), la directora fue la última niña que nació allí y hoy mismo sólo quedan unos vecinos que resisten por cansancio y con la vana ilusión de un nuevo nacimiento.

Los caminos malos no llevan a sitios buenos (Provincia de Teruel).


Aparcados. (Provincia de Zaragoza).

Pueblos barridos por la ponzoña del polvo, del viento ceniza que lame puertas y muros. Piedra sobre zarzas o ventanas con la vista rota. El tiempo va andando y conserva lo que quiere a su capricho, una vieja maleta con algunas cartas en un dormitorio, el carro que arrastró la mula o la hoz de miles de horas de siega. Lugares que así quedaron porque nadie quedó o porque todos marcharon de golpe y con prisas por culpa del miedo como ocurrió en Ochate (Vitoria) o por las bombas como sucedió en Belchite (Zaragoza), ruinas vivientes que se mantienen en medio de una aburrida burocracia que no termina de invertir para que no se pierda el símbolo más feroz de lo que pasó en España hace 70 años. Conservar sirve para recordar, sin los útiles tallados no sabríamos de los hombres de la edad de bronce, no sabríamos nada de nosotros sin las murallas o las acequias que siguen ahí a su transcurso para enseñarnos lo que fuimos. Pero la desidia institucional va matando nuestra biografía. Hispania Nostra ha contabilizado en su Lista Roja de Patrimonio un total de 166 lugares históricos en abandono, en manos de la más pragmática indiferencia. Conventos, monasterios, iglesias, castillos y atalayas en irreversible deterioro.


Por aquí ya no pasan carros. (Belchite).

A esta lista habría que sumar los 2648 pueblos abandonados que salpican por toda nuestra geografía y también los cientos y cientos sin catalogar que corren el riesgo de terminar de la misma forma. Aldeas de solo 10 ó 15 habitantes donde el médico solo pasa una vez a la semana y los carteros ya no llevan cartas. Sitios dónde ya no se oye a los chiquillos y lo que queda es solo el disfraz en ruinas de la muerte.

Algunos de estos pueblos han conseguido salvarse. Apenas puedo citar a tres: Granadilla (Cáceres), Búdal (Valle de Tena, Huesca) y Umbrellejo (Sierra de Ayllón, Guadalajara). Éstos pueblos han tenido la suerte de formar parte del programa La Red Española de Desarrollo Rural, un proyecto formado en 1984 por el Ministerio de Agricultura, y se conservan para uso educativo entre escolares. Pero el resto de la lista irremediablemente muere.

Escombros (Belchite).

La muerte y la memoria es lo que nos atrae a estos lugares inhóspitos durante la noche y también repleto de fantasmas durante el día. Para allá nos vamos, la cámara dispuesta a la luz pudriéndose en la plata, un bocadillo y que no falte tabaco, para sentarnos frente a una vieja casa que tal vez tuvo madre soltera y tres hijas. ¿ Quién sabe quién vivió en aquellas casas ?

Pero allá nos vamos, dispuestos a dar rienda libre a la imaginación y si hay suerte, hablar con alguien que por allí pase y te pueda contar algo que explique qué pasó

¿ quién fue el último en poner el tocadiscos ?

No lo sé, pero para allá voy, como quien visita a un difunto y le saca cuatro fotos. Tal vez sea la hora de volver.


Hotel barato sin necesidad de reserva. (Cazalegas, Toledo )

Aún no he vuelto, pero otros si lo han hecho o lo hacen con ilusión y el ansia de dejar atrás la constipada ciudad y las prisas. La ong Abraza la Tierra lleva un tiempo ayudando a los que quieren volver al pueblo y vivir de sus manos y sin estrés. Otra opción son las ecoaldeas, un movimiento internacional de ocupación de pueblos abandonados, en la Alpujarra granadina hay alguno de estos pueblos sin televisión donde se hace pan como antes, donde se siembra arroz y hasta donde se lava a mano. Aldeas sembradas de utopía, dime ¿ quién puede vivir sin lavadora ? Tal vez estén locos, tal vez este sea un caso muy extremo pues sabemos que la población urbana ha superado por primera vez a la rural, pero llegará el día del éxodo. Las maletas, las estaciones y el camino de vuelta, el retorno al pueblo de los abuelos o a cualquier otro que tenga para ti una casa barata y una sencilla manera de vivir. Cada día son más personas, por su propia decisión o por la necesidad de una vida digna, las que emprenden esta silenciosa marcha hacia pueblos que tal vez no estaban abandonados, sino simplemente dormidos.

Herminio Hoz amigodediablos.blogspot.com

11.10.06

El pueblo recuperado de Torronteras

Los pueblos abandonados tienen el encanto de la soledad y esa sensación de estar apartados “del mundanal ruido”, y a veces casi de estar en otro planeta distinto. ¿Pero hay gente que le guste tanto como para trasladarse a vivir a un lugar así?


Existen un buen número de pueblos recuperados y ecoaldeas que han seguido esta filosofía. La vuelta a la tierra, el contacto con la naturaleza, y el desencanto con la civilización y todo lo que ella implica llevan a determinado tipo de gente a buscar estos lugares apartados de la mano de Dios, o tal vez más cerca de ella de lo que parece.


Mi compañero de soledades en Hontanillas me habló de este pueblo: Torronteras.


Hasta hace ya un buen número de años el aspecto de Torronteras no era muy diferente del de Hontanillas. Muros de piedra, una iglesia en ruinas y poco más. Sin embargo un día apareció un austriaco al que le pareció un lugar adecuado donde vivir, y al parecer compró el pueblo. No sé si entero, o sólo algunas casas y la iglesia, pero el caso es que adquirió legalmente, y no sin mucho trabajo, el pueblo de Torronteras. Luego procedió a reconstruirlo, hasta volver a convertirlo en un lugar habitable. Según mi interlocutor, este austriaco y la gente que vive con el se dedicaban en parte a la vida espiritual (meditación, yoga, y cosas por el estilo), y habían reconstruido el pueblo manteniendo su espíritu, en vez de echarlo abajo y construir chalets. También me contó que eran gente amable, y que recibían bien a los visitantes. Tras toda esta historia decidí desafiar a la suerte y a la tormenta que llevaba ya un rato amenazando y acercarme a este curioso pueblo.


Desde Hontanillas es relativamente fácil llegar. Sólo hay que seguir por el mismo camino por el que se toma el desvío a Hontanillas, y seguir la pista más grande. Sólo en un momento puede darse la duda en un desvío en que la pista se bifurca en dos pistas de igual tamaño. En este caso seguiremos la que sube hacia la ladera de la montaña, ignorando la que baja. Poco más adelante encontraremos un desvío a la izquierda, con una flecha de madera que señala la dirección de Torronteras.

Desde Pareja el camino es bastante más corto y basta con preguntar a cualquier vecino para llegar sin problemas.


El primero signos de civilización de Torronteras es bastante sorprendente. Un molino de viento en la cima del monte provee al pueblo de corriente eléctrica. Una vez llegados al pueblo vi un par de coches con bastantes años, aparcado en la puerta de la primera casa, y un pequeño camino que llevaba hasta la imponente mole de la iglesia. Al lado derecho del camino contrastaban las ruinas de varias casas de las que sólo quedaban los muros en un estado muy similar a las de Hontanillas.



La iglesia está totalmente restaurada, aunque por lo que tengo entendido ha dejado de tener la función religiosa para la que fue construida, y se ha convertido en un centro de reuniones. Resulta sorprendente pensar que no hace mucho su estado debió ser tan ruinoso como la de Hontanillas. Ahora tiene hasta sus cristaleras nuevas, y bastante originales, y algunos detalles curiosos, como que alguna de ellas es triangular. Aún quedan algunos andamios que prueban que el trabajo aún no está rematado, pero le falta realmente poco. El acceso a la iglesia estaba cerrado, por lo que sólo pude verla desde fuera.




En el pueblo conté un total de tres o cuatro casas reconstruidas en su totalidad, más otra en proceso de reconstrucción. La más impresionante está situada al fondo. Es una casa de gran tamaño de dos plantas, con un jardín realmente acogedor. Como antiguamente, las puertas estaban abiertas de par en par, e incluso había un pequeño taller en un lateral totalmente abierto. También había tecnología allí. Gran cantidad de placas solares en los tejados proveen de agua caliente y posiblemente electricidad, además del molino de viento del que hablaba antes.




Sin embargo el resto del pueblo se parece mucho a Hontanillas. Muros de piedra y ruinas por doquier, con la diferencia de que en este caso los caminos entre las casas están depejados, y algunas de las ruinas est
án apuntaladas para que resista mejor el tiempo.



En esta visita sus habitantes fueron fantasmas. No vi a ninguna persona en aquella última hora de la tarde, aunque sí que se podía apreciar
que aquel lugar había resucitado. La vida y el orden eran la tónica en los lugares reconstruidos con cariño y convertidos en hogares, mientras que el resto de ruinas, como si fueran viejos huesos del pueblo, daban una impresión de soledad extraña. Fue una pena no encontrar a nadie. Los habitantes de este pueblo deben de ser una gente realmente especial.



Localización: +40° 34' 6.21", -2° 35' 6.49". De nuevo aparece en Google Maps sin más que introducir el nombre del pueblo en la casilla de búsqueda, y de nuevo la resolución de las imágenes es bastante pobre. La imagen de SIGPAC es mucho más clara, y se pueden apreciar con detalle todas las casas del pueblo.


Estado: Las partes reconstruidas se encuentran en perfecto estado, como es normal. Las ruinas presentan bastante peor aspecto, aunque en muchos casos han sido apuntaladas con vigas de madera para evitar su desplome. No queda ningún techo peligroso, pero de cualquier manera más vale no andar apoyándose en los muros de las casas en ruinas.


Acceso: El camino de acceso no está asfaltado, pero se puede recorrer en coche sin mayor problema. Las casas del pueblo y la iglesia son de propiedad privada, al menos las reconstruidas, por lo que no podremos acceder. De las ruinas y los caminos no tengo noticia, pero en mi caso pude pasear y hacer fotografías sin que nadie me dijera nada, a pesar de que al llegar el motor de mi vehículo fue de todo menos silencioso, y más en contraste con la tranquilidad reinante. De cualquier manera, según mis referencias, sus invisibles (para mi) habitantes parecen ser amistosos. En la lejanía había un perro grande que ladraba de cuando en cuando, aunque desde la distancia parecía estar atado o encerrado.


Links; Aparte de los links que ya incluí en la entrada de Hontanillas, os dejo esta curiosa historia de un visitante anterior, que sí tuvo la suerte de encontrarse con los habitantes de Torroneteras.


Salu2!

25.9.06

El pueblo abandonado de Hontanillas

Eso a lo que llamamos progreso nos ha traído cosas tan fantásticas o desagradables como Internet, los atascos de tráfico, el “estrés” o los congeladores. Otro signo de progreso ha sido la progresiva emigración de la población desde los pueblos a las grandes urbes.

La vida en un pueblo es más tranquila e íntima que en una gran ciudad. Esto es más cierto cuanto más pequeño y remoto sea el pueblo. Cuando, como en el caso de Hontanillas, el pueblo está abandonado la tranquilidad es absoluta, y la intimidad completa cuando el único habitante del pueblo, aunque sólo sea de manera temporal, eres tú mismo.

Hontanillas es un pueblo en mitad del monte, agazapado en la ladera de una montaña. Su último habitante lo abandonó en los años 60, y desde entonces está en estado de abandono total.

La mejor forma de llegar es desde Pareja. El camino se toma en la parte alta del pueblo, junto a los colegios. De todas formas lo mejor que podemos hacer es preguntar a cualquier vecino, que nos orientará mejor que cualquier orientación que pueda dar por aquí.

El camino a Hontanillas es una pista de tierra. Despacio y con paciencia se puede recorrer en cualquier coche normal. Tras ascender has los montes seguimos durante unos 10 kilómetros. El pueblo es bastante difícil de ver, ya que desde el camino principal aparece bastante oculto. Sin embargo, si nos vamos buscando un camino que se separa del principal hacia la derecha y hacia abajo, y que llega en menos de 200 metros a una especie de piscinas artificiales habremos encontrado los suburbios de Hontanillas.

Cuando yo llegué las indicaciones que tenía eran bastante más pobres que estas. Además, en la zona hay varios pueblos abandonados, concretamente Villaescusa de Palositos y Torronteras. Según la información que tenía el más cercano, Villaescusa, había pasado en su totalidad a ser propiedad privada.

El desvío del que hablaba arriba lo vi, y a los pocos metros había aparcada una furgoneta blanca. Pensando que serían cazadores seguí adelante. A los pocos metros pude ver una iglesia entre los árboles. Decidí dar la vuelta y acercarme a la furgoneta a ver que podía averiguar.

La furgoneta estaba vacía, y tras poner la mano en el capó y notarlo ligeramente templado deduje que llevaba varias horas parada. A los pocos metros había unas construcciones de aspecto reciente, de ladrillos una y metálica otra. Me acerqué a la primera para ver si el dueño del coche estaba allí. Encontré colchones y mantas, pero ninguna persona. La otra construcción tenía aspecto de aula improvisada, aunque estaba destrozada en su interior.

Levantando la vista pude ver la iglesia entre los árboles, así que me dirigí hacia ella por el camino.

Cuando llegué a la altura de las primeras casas de piedra de Hontanillas el espectáculo era bastante desolador. La gran mayoría de los muros de piedra estaban derruidos. Se podía ver los perímetros de las casas, y las habitaciones de su interior, todo invadido por la maleza.


Destacaban en el paisaje la espadaña de la iglesia, que aún conserva su forma, y un muro alto de lo que debió ser una casa señorial, que conservaba restos de pintura roja.



Estuve paseando por las calles de este pueblo fantasma, sin entrar en ninguna ruina, dejándome invadir por el sentimiento de desolación y tranquilidad.


De repente vi por el rabillo del ojo algo que se movía. Al fijarme bien vi la figura de un hombre que desapareció tras la iglesia. Desde lejos tenía me dio la impresión de que podía ser un cazador, por sus ropas de color ocre, aunque al no llevar escopeta pensé que podía ser un guarda, o el dueño del lugar, o simplemente otro curioso como yo.

De cualquier manera decidí acercarme a la iglesia a hablar con él.


Según él mismo le di un susto de muerte. Yo jugaaba con ventaja, ya que había visto el coche y a el mismo antes, pero parece que el no me había visto a mi hasta que le saludé.

Resultó ser otro “turista”, que conocía el pueblo por tener familia en Pareja, y que estaba de vacaciones. Me contó que le gustaba subir hasta allí para leer en soledad. Desde luego el lugar es ideal para dicho propósito.

Estuvimos un rato hablando, y me contó unas cuantas historias interesantes.

Me dijo que el pueblo había sido habitado al menos en dos ocasiones desde los años 40. La casa con aspecto de aula que había visto cerca del camino había sido construida por una asociación dedicada a rehabilitar toxicómanos. Por lo que me contó hubo algunos problemas entre esta gente y los vecinos de Pareja, por lo que acabaron echándolos.

La otra casa, donde había visto los colchones y las mantas, la había construido un “colono” vasco. Por lo visto vivía allí sin molestar a nadie, pero recibía continuas visitas de la Guardia Civil hasta que al final optó por irse. Mi interlocutor me comentó que era un muchacho joven y bastante agradable, y que una vez que estuvo por allí hasta le invitó a cenar. También me habló de los otros pueblos abandonados de la zona, aunque esa historia se merece otra entrada en el blog.

Tras charlar durante un rato nos despedimos y me dediqué a sacar fotos por doquier.

De la iglesia sólo quedan los muros en pie, ya que la mayor parte del techo debió venir abajo hace años, ya que no quedan ni los escombros en el suelo. Sin embargo, la bóveda sobre el altar aún se conserva en relativo buen estado, y aún se pueden apreciar los relieves del techo. Aún queda algún resto del altar, con algunos dibujos, aunque diría que fueron reconstruidos más tarde.


En la parte alta del pueblo se pueden encontrar algunos intentos de reparación de alguna de las casas, con algunos muros hechos de ladrillo. Parece que la obra nunca llegó a finalizarse, y el ladrillo rojo parece extrañamente fuera de sitio entre los muros de piedra gris.

En la parte superior también se encuentran una serie de cuevas excavadas en la tierra que debían servir de bodegas o almacenes. La mayoría tienen un aspecto bastante inestable. Sin embargo, en la zona derecha del monte había una cuya entrada tenía bastante buen estado, y en la que el techo estaba lo suficientemente algo como para entrar sin arrastrarme. Bajé unos cuantos metros y pude ver que se abrían varias cámaras a los lados del pasillo principal. El fresco ambiente contrastaba con el calor que reinaba fuera, aunque no tuve ganas de permanecer más que unos instates ahí abajo. Tomé algunas fotos del interior, aunque el resultado fue bastante malo.


También encontré alguna otra cosa curiosa más, como una pequeña bóveda en una de las casas, probablemente un horno para el pan.

Tras tomar las fotos, y espoleado por la tormenta que se acercaba, me dirigí hacia la entrada del pueblo, donde me crucé con mi incidental compañero de visita. Estuvimos un rato más hablando, aunque la despedida fue algo corta y desagradable. No por culpa suya, sino por la de una ingente cantidad de pequeñas moscas que habitaban en las proximidades de los estanques que allí había, y que casi no dejaban respirar.

Creo que al final ni nos presentamos, lo que son las cosas. Si al final lees el blog, espero que disfrutases de tus vacaciones, y que consiguieras terminar del leer El Quijote sin sufrir más sobresaltos.

Localización: +40° 35' 11.31", -2° 36' 34.74". Esta vez localizarlo con Google Maps es muy fácil. Sólo necesitamos buscar por Hontanillas. El problema es que no hay fotos en alta resolución de la zona, y que el camino, a pesar de que se puede apreciar en la foto, no está cartografiado en el mapa. Sin embargo, en la aplicación SIGPAC sí que se ve el pueblo con bastante nitidez.

Estado: Salvo por la iglesia y algún muro más alto, de la mayoría de las construcciones de Hontanillas sólo quedan los muros derruidos. Es difícil que algún techo nos caiga en la cabeza, ya que no hay ninguno. Aún sí conviene tener cuidado si entramos a la iglesia, y si nos introducimos en alguna de las bodegas.

Acceso: Libre y sin restricciones. No hay ningún tipo de valla, señalización o persona que nos impida el paso. Podemos husmear a placer.

Links:

Si os gustan los pueblos abandonados os vendrá bien la página de toprural.com donde aparecen todos las poblaciones registradas como abandonadas por el INE en España. El listado es completo, pero en la mayor parte de los casos no aparece mucha información, ni de localización ni de estado. Lo más probable es que la mayoría de ellos sólo sean cuatro muros que casi nadie identificaría como un pueblo.

En la página de la villa de Alcocer aparece la información que me sirvió para localizar el pueblo.

Salu2!