15.2.08

Hotel de carretera abandonado.

Otra forma de localizar sitios abandonados: los amigotes conversos.

Aparte de los amigos de siempre, compañeros de estudios, jaranas, viajes y demás, de un tiempo a esta parte se me ha unido a la lista de contactos una serie de gente, generalmente implicada en el tema de la fotografía, que de repente descubren que esto de los lugares abandonados es un tema al que es fácil sacarle jugo, fotográficamente hablando.

Así que últimamente hay un buen montoncito de gente que viaja con los ojos pegados a los bordes de la carretera, a ver si aparece algún “cadáver” con forma de edificio grande.

Inciso. Si veis alguno por ahí, en la columna de la derecha está la dirección de email.

En este caso concreto no fue amigote, sino más bien “amigota”, aunque la palabra suene realmente mal (aunque “amiguita” es casi peor). Me contó que en un viaje había visto “algo grande, que parecía un hotel”, incluyendo el kilómetro exacto. Evidentemente a uno se le ocurre pasarse a ver el sitio un día cualquiera, bastante tiempo después, casi por casualidad. Tirar de mapas en casa, localizar un sitio y meterlo en el GPS es llevar mucho trabajo hecho. Tirar de memoria, teléfono móvil, sitios aproximados y que no sabes exactamente que son es mucho más lento, sobre todo por las vueltas que das hasta dar en el clavo.


Al final resultó ser lo que decía: un hotel de carretera. Sorprende un poco que un edificio tan grande llegase a quedar en este estado de abandono. Probablemente el hecho de que estaba situado en un pueblo pequeño y alejado de grandes núcleos de población hicieran que un hotel tan grande y con tan grandes salones tuviera difícil hacer todo el negocio que necesita para mantenerse.

Desde fuera el aspecto era, aparte de abandonado, de bien cerrado. Puertas y rejas en su sitio, así que albergaba pocas esperanzas de echarle un vistazo por dentro.

Sin embargo, en la parte trasera me encontré con que se podía entrar por varios sitios distintos. El primer acceso saltaba bastante a la vista. Estaba situado en el pequeño porche trasero que se ve en la foto. Tanto el cristal exterior como la puerta estaban abiertas de par en par.


La puerta daba a un pasillo de servicio que daba acceso a los sótanos. Puertas arrancadas, muchas hojas secas…

En la parte derecha había varias habitaciones vacías, probablemente almacenes, sin mayor interés. En el fondo se encontraba el cuarto de máquinas, donde aún permanecía bastante maquinaria cubierta de polvo. Calderas, depósitos, tuberías, equipamiento eléctrico. Curiosamente todo el equipo estaba inhabilitado, con cables eléctricos cortados y tuberías desenganchadas. Tal vez pensaron en llevárselo o venderlo cuando se abandonó el lugar, aunque al final cambiaron de idea.



La parte izquierda del pasillo de entrada daba a una serie de salas enormes con suelo de tarima. Probablemente fueran salones de celebraciones. El suelo estaba terriblemente abombado en algunos sitios, como se aprecia en la foto.



Desde aquí también se podía acceder al exterior por los ventanales rotos o abiertos. Fuera había restos de una terraza y una nave a medio construir, con poco más que la estructura metálica.

Conectando con las salas se encontraba el acceso al vestíbulo principal del hotel. Resulta sorprendente lo grande que era, para ser un hotel de carretera.



La zona de la entrada tenía bastantes cristales rotos, aunque la mayor parte de las puertas y demás estaban en buen estado. Incluso algún adorno de escayola seguía luciendo casi tan bien como cuando estaba en funcionamiento.


En la zona de la derecha se encontraba la zona de bar y cocinas. El bar conservaba su barra en perfecto estado, totalmente desprovista de cualquier objeto.


Las cocinas estaban también desnudas de mobiliario. Ni fregaderos, ni cocinas, ni nada de nada. En otras ocasiones da la impresión de que los sitios han sido abandonados precipitadamente, dejando las cosas donde estaban como si el mundo se fuera a acabar al día siguiente. En este caso la impresión es la de que el alquiler se ha acabado y toca sacar todas las cosas antes de cerrar la puerta, y dejarlo todo ordenadito, ya que estamos.



Al otro lado del recibidor se encontraban las habitaciones. Un largo pasillo con puertas a cada lado.

Las habitaciones de la planta baja tenían una pequeña terraza. Probablemente fueran las más caras. También se encontraban prácticamente vacías excepto por alguna tabla o algunas sillas. Por no estar, ni siquiera estaban los aires acondicionados, o los enchufes e interruptores. De no haber visto alguno que otro tirado por ahí hasta hubiera pensado que nunca fueron instalados.



Algunas de las habitaciones tenían restos de vida post-abandono. Una de las habitaciones tenía un pequeño altar consagrado al tabaco y la cerveza, fabricado con uno de esos ejes donde se enrollan los cables de los postes eléctricos y con un tronco viejo.

En el armario empotrado habían puesto esta jaula donde estaba prisionera una botella vacía de cerveza. Probablemente la botella hizo algo terriblemente sacrílego en vida, y fue condenada a pudrirse en aquella jaula por los siglos de los siglos.



También me encontré algunas pintadas con símbolos de la Legión y revistas militares. Probablemente algunos legionarios utilizasen el edificio para dormir durante algunas maniobras, o simplemente pasaran por allí..

Desde el vestíbulo también se podía acceder a la planta superior, bien por las escaleras principales como por las de servicio, situadas tras la recepción. Las escaleras principales estaban iluminadas por un enorme ventanal que hacía que las escaleras parecieran un lugar bastante más vivo que el resto del edificio, al menos si uno pasaba por alto la enredadera muerta de la pared y los cristales rotos.



El piso superior no se diferenciaba mucho del de abajo. Un largo pasillo apenas iluminado por la luz que entraba por algunas de las habitaciones y restos de haber desguazado toda la instalación eléctrica.

Las habitaciones eran más o menos iguales que las del piso inferior, salvo que en este caso no tenían balcón. En muchos casos se conservaban las persianas, perchas en algunos armarios y alguna silla perdida, aunque ni rastro de camas o similares.


No muy lejos se encontraba otro pequeño edificio donde había varias cocheras y algunas habitaciones vacías en la planta superior. Curiosamente este edificio sí estaba algo más estropeado, con persianas y sanitarios rotos.



Quien sabe si en un futuro alguien le dará nuevo uso a este edificio. No creo que vuelva a ser un hotel, por lo alejado que está de grandes poblaciones, pero a saber si no acabará convertido en club de alterne, asilo de ancianos, o si simplemente se acabará por venir abajo con el tiempo. Ya lo veremos….



Salu2!

Localización: Esta vez, por las características del edificio y la situación me voy a abstener de dar la localización. Normalmente sólo publico localizaciones que están en un estado tan lamentable que poco puede empeorar ya, o lo suficientemente lejos como para que sólo los gamberros locales (que ya conocen el sitio) vayan a destrozarlo, sin necesidad de atraer vándalos foráneos.

Estado: Sorprendentemente bueno. Pintadas y destrozos hay, desde luego, pero ni mucho menos en las cantidades que he visto en otros lugares. Con una buena reforma (buena y muy cara, eso sí) podría volver a funcionar.

Acceso: Hay varios accesos al interior, y no hay vallas o muros que delimiten la parcela. Como buen hotel, hasta tiene aparcamientos.

13.2.08

Colaboraciones: Fuerte abandonado de San Cristobal

Desde que comencé a pasar las navidades en Navarra, había visitado fugazmente el fuerte de San Cristóbal o de Alfonso XII en alguna ocasión, sin prestarle más atención que lo que la vista alcanza desde su perímetro.

Sin embargo este año, tras algunas lecturas ocasionales sobre el polémico pasado e incierto futuro de este inmueble, me plantee un asalto fotográfico al recinto.



El fuerte de Alfonso XII, tal como fue bautizado originalmente, pronto pasó a conocerse como de San Cristóbal, fruto de la herencia de los edificios que lo precedieron. Se sitúa en el monte Ezcaba, perteneciente a los ayuntamientos de Berriozar y Berrioplano, a muy pocos kilómetros de la ciudad de Pamplona, y desde él se divisan unas espectaculares vistas de todo el entorno.

La monumental obra de ingeniería se finalizó en 1919, tras algo más de 40 años de trabajos. Demasiado tiempo para una época de gran agitación política, lo cual hizo que la construcción perdiera su propósito original, ya que nunca llegaría a funcionar como puesto defensivo.


Así, en 1934 es inaugurado como penal militar para dirigentes revolucionarios y sindicales. Dado que el edificio reunía vagas aptitudes para funcionar como cárcel, las condiciones de vida dentro de sus galerías se asemejaban más a las de un campo de concentración que a las de un penal, registrándose "oficialmente" unos 305 muertos durante su funcionamiento, por "causas naturales", higiénicas o traumatismos varios.



Sin embargo, el fuerte de San Cristóbal, tomaría especial relevancia mediática cuando el 22 de mayo de 1938 unos 795 reclusos se dieron a la fuga. Desgraciadamente, su plan de huida acabó poco mas allá de las murallas del penal, pues la mayoría de ellos desconocían donde estaban, hacia donde ir o de donde sacar fuerzas para seguir corriendo. Así que gran parte de ellos volverían por su propio pie a sus barracones, otros serían capturados y cerca de doscientos presos serían abatidos a tiros. Finalmente solo tres conseguirían huir a Francia.



Con todas estas historias rondando en mi cabeza, invertí varias tardes en cargar con el equipo fotográfico por kilómetros de pasillos, túneles y rampas, a la luz de mi pequeña Maglite® , y siempre acompañado de los fantasmales ruidos que se escapan de Iruña.




La distribución de túneles o estancias es compleja y extensa, aunque dotada de una serie de rampas que permiten el acceso fácil al corazón del fuerte, el cual está constituido por tres naves de unos 3-4 pisos, dos de ellas enterradas en la propia montaña.



Interminables sótanos y una iglesia, de considerables dimensiones y corte castrense, que sin restos de un retablo y paredes blancas impolutas, nos induce a pensar que se escucharon mas plegarias en los calabozos que en su interior.



En su perímetro, kilómetros de túneles, muchos de ellos aptos para vehículos de motor, algunos edificios de servicios, garitas blindadas que resisten vagamente las inclemencias del tiempo, centenares de metros de alambrada de espino y un impresionante foso al más puro estilo medieval.



Desgraciadamente, ya no quedan restos de mobiliario. El vandalismo y el expolio lo han llenado de escombros, al igual que de vulgares "pintadas" propagandísticas de dudoso gusto, en gran parte de las estancias más accesibles.



Sin embargo, todavía hoy, cruzar la penumbra de los barracones, rota por las tenues luces que se proyectan desde los ventanales al sol del atardecer en un día frío de invierno, podemos imaginar como fue el macabro escenario donde miles de presos pasaron sus días.



A caballo entre la arqueología industrial y el monumento a todos aquellos presos políticos que acabaron con su vida entre estos muros, el fuerte San Cristóbal debería ser sometido a una política de conservación y musealización, que se espera comience este año 2008. Sin embargo sus dimensiones y las connotaciones políticas de las historias aquí contenidas, auguran un futuro incierto.


Jose Pereira

www.roughphoto.com

4.2.08

Minas abandonadas de El Conjuro.

Otra forma estupenda de dar con sitios abandonados es el boca a boca. Unas veces te llegan correos comentándote tal o cual lugar (gracias mil a todos los que escribís, por cierto), y otras es incluso de viva voz. Normalmente entre amigos y familiares acaba corriendo la voz de que eres un friki busca-abandonos, y cuando uno se pone a pensar en el tema siempre suele recordar algún sitio de estos. Lo mejor es cuando al recuerdo se añade un “venga, vamos a verlo” y acabas perdido todo un día por uno de los parajes más bellos de nuestra geografía: La Alpujarra.

La historia de las minas de hierro del Conjuro viene de bastante atrás. Las primeras referencias fiables hablan de que ya en la edad media estaban en explotación, pero hay indicios de que los romanos ya estuvieron arrancando hierro de esas tierras.

La mina estuvo en explotación hasta mediados o finales del siglo pasado, aunque parte de las instalaciones se fueron abandonando poco a poco.

Antaño, cuando los relojes eran objeto de lujo, en muchos lugares el tiempo lo marcaba el paso del ferrocarril. Sin embargo, en este rincón agreste de Sierra Nevada las horas las marcaban las detonaciones de los barrenos de la mina del Conjuro.

La mina propiamente dicha es hoy un enorme socavón de unos 300 metros desde su parte más alta hasta el fondo. Aquí y allá todavía se encuentran trozos de hierro, rojizos por el óxido, desde el tamaño de guijarros hasta piezas de buen tamaño.

No toda la mina era a cielo abierto, pero la bocamina fue derruida hace años para evitar accidentes.


Algo más lejos, carretera abajo, encontramos varias edificaciones prácticamente derruidas. Entre los muros apenas se puede distinguir lo que fue un transformador y algo que podrían ser cocheras.



Del edificio del transformador, que se ve al fondo de la foto anterior, sólo han quedado las paredes con los anclajes de la maquinaria eléctrica en las paredes, y los restos metálicos del tejado a dos aguas.



Destaca sobre todo la báscula de camiones, que aún está cerrada y en buen estado. La foto la hice a través de los barrotes de la puerta.



Un poco más abajo nos encontramos con varios edificios, entre los que destaca el que era conocido como “las escuelas”. En sus buenos tiempos, con sus jardines verdes, las escaleras debieron tener un aspecto de lo más señorial.


Por lo que tengo entendido estas minas fueron en última instancia regentadas por ingleses. Entre otras instalaciones, el edificio tenía alguna aula en la que se daba clase. Además, el edificio tenía cocinas, dormitorios y un salón grande con chimenea.


El salón, situado en la segunda planta, tiene unas vistas realmente espectaculares. Me comentaron que en sus buenos tiempos estaba decorado con muebles ingleses de época. A día de hoy lo único que queda son los restos de la chimenea.



El resto del edificio está en muy mal estado, aunque estructuralmente aguanta bien. Por los restos en el suelo y los somieres tapando las puertas salta a la vista que ha sido usado para guardar ganado: ovejas y cabras.

Apenas quedan unos cuantos edificios más. Junto a la “escuela” se ven los viejos talleres, sólo reconocibles por los fosos repletos de basura.


Resulta curioso ver algo con tanto recorrido en el tiempo, probablemente desde tiempos del imperio romano y esos locos íberos, que ha funcionado hasta hace apenas unos pocos años. Me hace pensar si el siglo XXI no será el siglo de los abandonos. En el caso de que lo sea, habrá blog para rato.


Localización: Tenemos varias localizaciones en este caso. Por un lado tenemos la cantera propiamente dicha, luego las edificaciones entre las que están la báscula de camiones. Por último, el edificio de "las escuelas". Por desgracia la fotografía aérea de la zona de google maps tiene bastante poca resolución.

Estado: Los edificios se encuentran todos en estado de ruina avanzada. Eso significa que, salvo en "las escuelas", todo lo que se pudiera caer ya ha caido, de modo que los muros no son demasiado peligrosos. En las escuelas el edificio se encuentra bastante mal, con muros tirados y escaleras que parecen rampas, pero la estructura parece relativamente firme.

Acceso: A todos los edificios se puede acceder en coche y aparcar "en la puerta" con cualquier tipod e vehículo. A la cantera no se puede acceder en coche debido a rocas puestas en la entrada, pero se puede entrar caminando.

Salu2!