4.8.09

La mina gótica de Cheratte

La había oído llamar “La mina gótica”, y la verdad es que vistas las fotos que se encuentran del lugar el apodo le venía que ni pintado.

La última exploración de este viaje estaba localizada en el pueblo de Cheratte. Adosada a la montaña de la que se extraía el carbón estaban las instalaciones de las minas de carbón Hasard, cerradas en 1977 tras más de 100 años de historia.

La entrada fue de antología. Empezamos rodeando el lugar e intentando entrar “por la parte trasera”, que resultó ser una ladera casi vertical y cubierta por la vegetación. Saltar la valla principal tampoco era una buena opción estando tanta gente y siendo una vía tan transitada. Vale, no era muy transitada, pero lo suficiente para ponernos nerviosos.

Habíamos oído hablar de un tal señor Gómez. Así que fuimos a preguntar por el “vigilante” en el bar de al lado. Nos miraron con cara rara y dijeron no saber nada.
Curiosamente, menos de media hora después apareció por allí un señor mayor que nos ofreció abrirnos la puerta por unos módicos 20€ en total. En principio hubo algunas reticencias y paranoias estilo “este vuelve con los matones del pueblo y nos despluman”, pero al final, al tener referencias previas del hombre aceptamos.

Los pisos inferiores tenían un aspecto realmente tétrico. Apenas llegaba la luz del día y teníamos que movernos usando las linternas. Con sólo un par de linternas para seis personas tampoco podíamos hacer muchas fotos. Sin embargo, tras subir a las plantas altas, a cielo abierto, empezó el espectáculo.



Esos que se ven arriba son los edificios principales. Albergaban los laboratorios, zonas de procesado del mineral, servicios y baños. Allí encontramos un par de bocas de mina.
No era muy aconsejable andar metiendo las narices por las galerías, ya que aún quedan bolsas de gas grisú (metano) altamente explosivo, así que apenas nos asomamos un puñado de metros por aquellas galerías tapizadas de restos de carbón y las vías de las vagonetas. Según nos enteramos más tarde, había más de 35 km de túneles horadando la montaña.

El interior de los edificios estaba bastante destruido, aunque aún quedaban detalle como estos ascensores para vagonetas, que conectaban la boca superior de la mina con la inferior, y esta con las vías de tren. Los ascensores estaban bloqueados en la planta superior con unas vigas de acero para evitar su caída. Aún así no había valor como para andar metiéndose en ellos.



Desde las ventanas rotas había una fantástica vista de la plaza central, hoy cubierta por la vegetación, y la enorme torre de ascensores.



La torre es uno de los aspectos más llamativos del lugar. Desde su parte superior, con un sistemas de poleas y cables de acero, bajaban y subían las vagonetas con el mineral a las zonas inferiores de la mina.

Los motores de los ascensores no se encontraba en la torre, sino que estaban situados en el edificio tras ella. A día de hoy las enormes ruedas de acero que enrollaban el cable y sus motores eléctricos han desaparecido, aunque aún puede observarse el “carenado” donde se encontraban.



Los cables subían en diagonal hasta la parte superior de la torre por fuera, donde mediante poleas accionaban los elevadores pensados para desplazar las enormes cargas de lignito.



Desde la plaza principal también se puede observar el puente ferroviario que cruza la carretera del pueblo, aunque las vías más allá del puente han desaparecido totalmente. En el puente se puede leer el nombre de la mina y el pueblo.



Cerca del puente del ferrocarril, y anexo a los edificios principales, se encontraba la zona de oficinas y equipamientos. Una sala grande con vallas para hacer cola daba paso a un enorme panel donde los trabajadores de la mina hacían sus fichas diarias. Hoy incluso se encuentra alguna de las viejas tarjetas de fichadas en su oxidado casillero.



Justo detrás se encontraban las estanterías donde se almacenaban y cargaban las baterías de los sistemas de iluminación eléctrica que usaban los mineros.



Luces no pudimos encontrar ninguna, pero sí que había aquí y allá boquillas respiradoras de goma, parecidas a los respiradores de los submarinistas, para filtrar los gases de la mina.




Cerca se encontraban una serie de oficinas y talleres, probablemente para el mantenimiento de los equipos de los mineros. Aún se podían ver papeles amarillentos y restos de equipo, como botas y similares.



Por desgracia no teníamos todo el tiempo que hubiéramos querido, y con la noche amenazando con caer tuvimos que dejar cosas sin ver, como la subida a la enorme torre. En su parte de abajo si encontramos los restos de un enorme ventilador usado probablemente para inyectar aire fresco en la mina. El hueco por el que descendían los enorme ascensores hoy está cegado, aunque no lo suficiente como para que un importante caudal de agua de lluvia formara un riachuelo que desaparecía entre las rocas.



Monsieur Gómez nos explicó que esta agua era precisamente uno de los motivos por los que no se había derribado definitivamente la mina. Al parecer los túneles habían formado un sistema de desagüe para toda la zona, y demoler y aplanar el lugar podía tener como consecuencia riadas. También nos comentó que una de sus tareas allí actualmente consistía en adentrarse en las partes superiores de los túneles y comprobar los niveles de agua. Nos contó que hace bastantes años (no recuerdo que fecha dijo) hubo una gran riada de agua saliendo por las bocas de la mina que inundó medio pueblo.




También nos estuvo contando que por allí aparecía bastante gente para hacer fotos y que abría la puerta con frecuencia. Incluso nos comentó, en un dialecto entre el francés, el español y su portugués materno, que allí se habían rodado incluso películas de “chucu chucu”. Al principio pensamos que tendría algo que ver con las vías de tren de la mina, pero con unos cuantos expresivos gestos acabamos por entender que se refería a películas porno.



En resumen resultó una visita de lo más interesante, tanto por la arquitectura como por los restos, a pesar de las pintadas y los destrozos. Lástima no haber dispuesto de más tiempo para pasear por las ruinas casi góticas de aquél lugar. Desde luego, a mi parecer, fueron unos 20 € de lo más aprovechados.



Tras despedirnos de Stewie, Daphee y Umpi, que se marcharon rumbo a Alemania, nosotros pusimos el GPS con destino a Amsterdam para disfrutar de un poco de “turismo convencional” :)



Enlaces:
Una vez más, forbidden places fue quien nos puso en la pista de la mina en este artículo . No os perdáis sus fotos de los motores y las tomadas desde lo alto de la torre.
Más fotos, aunque con texto en inglés, en Opacity y StahlArt.