30.4.07

Polvorín abandonado en Hontoria de la Cantera.

Resulta sorprendente la radical diferencia que hay entre las empresas y los blog. Cuando a una empresa le sale competencia en su nicho de mercado lo habitual es que más pronto o más tarde acabe habiendo jugadas sucias, puñaladas traperas y esa actitud de “te vas a enterar, listo”. Sin embargo, cuando aparece un blog con la misma temática que el tuyo acabas siendo el primero en ponerle un comentario, ponerle en la lista de visitas habitual y acabar mandándole correos. Una similitud si que hay con las empresas: en ambos casos el “consumidor” sale ganando.

Algo parecido a lo descrito me pasó con Y me quedé esperando al tren. Ya en su día incluí una entrada recomendando el blog, lo que no sabía es que, además de fuente de inspiración, acabaría compartiendo exploraciones con Stewie, su dueño.

Todo esto viene a cuento de que el primer contacto que tuve el polvorín de Hontoria de la Cantera fue precisamente una entrada en Esperando al tren. Desde que vi las fotos y leí su historia supe que tenía que ver ese lugar con mis propios ojos.

Resumiendo la historia del lugar, se trata de cuevas artificiales creadas por la extracción de los bloques de piedra que hoy adornan la catedral de Burgos. Las hendiduras naturales fueron ampliadas a pico y sierra dejando grandes columnas sin cortar para sostener el techo estable. Posteriormente el ejército aprovechó las profundas cuevas para almacenar explosivos, construyendo un pequeño cuartel de artillería y zapadores, cerrando las cuevas y construyendo terrazas o paratas horizontales en las que almacenar los suministros.

A primera vista el lugar no aparenta más que una pequeña construcción de piedra con un par de ventanas y una puerta grande como para dejar pasar un camión pequeño.


Tras pasar la puerta se puede comprobar que no se trata de una construcción al uso. El techo es de roca, y está inclinado unos 15º hacia un lado. Un par de muros a los lados separan un par de habitaciones que sirvieron de taller en su día, según los letreros que aún se conservan.


Poco más adelante se encuentra el hueco de una puerta hoy desaparecida. La luz que entra del exterior permite ver apenas unos cuantos metros de rampa que sube hacia la oscuridad más absoluta. La rampa continua con terrazas a los lados alrededor de unos 400 ó 500 metros hasta una enorme sala circular con una enorme columna de unos 8 metros en su centro. Alrededor, por unas escaleras, se accede a varias terrazas a modo de anfiteatro. Todo esto sólo se puede ver llevando una buena fuente de luz, ya que en este lugar la luz está totalmente ausente. Toda la cueva se encuentra limpia de restos, salvo por alguna basura ocasional y algunos restos oxidados de lo que debieron ser cables eléctricos y sus soportes oxidados. Aparte de eso sólo oscuridad, ecos, frescor, sensación de espacio y el tranquilizador tacto de las baterías de repuesto de la linterna en el bolsillo, porque salir de aquí sin luz no debe de ser tarea fácil.


Desde la sala principal se puede volver sobre nuestros pasos, o tomar un acceso distinto que acaba conectando con la subida principal. El plano imaginario de la cueva tendría forma de lazo alargado.

Una vez fuera podemos acceder a una segunda cueva, un poco más arriba. Esta, al estar más alejada de la carretera se encuentra algo más intacta. Aparte de la puerta tirada en el suelo podemos ver aquí y allá cajas de madera rotas que almacenaron en su día proyectiles de mortero, según su inscripción. Incluso, mirando con atención incluso se encuentran alguno de los cilindros de plástico que contenían los proyectiles.



En algunos tramos de la rampa hay restos de piedra rotos. Son restos de grandes trozos de techo que han caido.

A diferencia de la cueva anterior, en esta encontramos varios tragaluces excavados en la roca que aportan bastante claridad. Al fondo, una enorme cúpula y varios tragaluces hacen que se pueda andar sin linterna en casi toda la zona. El contraste entre luz y oscuridad provocan unos fuertes contrastes bastante curiosos.


Al final, una escalera nos lleva a una salida, tapiada en su día y hoy agujereada, que nos permite acceder al exterior.

Desde fuera se aprecia la curiosa forma de los arcos escalonados que dejan entrar la luz en esta zona. En el exterior podemos encontrar varias torres de vigilancia en bastante mal estado, además de varias cuevas más pequeñas de donde se extrajo roca, pero que por su situación elevada en la montaña y su escasa altura no fueron usadas como almacén.



Volviendo a la parte baja podemos acceder bajo un arco y por medio de un pequeño puente sobre el río a lo que fueron los cuarteles.

Hoy en día se encuentran prácticamente derruidos y en pésimo estado, aunque aún se puede acceder al segundo piso, en el que el tejado ha desaparecido dejando sólo el armazón, al igual que los muros que debieron separar las habitaciones.



Algunas estancias aún son reconocibles, como la del bar, en la que aún se conservan restos de la barra, o las cocinas, por sus azulejos y los restos de grasa en ellos.



En la parte superior hay otras cuevas producto de la extracción de roca, aunque en este casos han sido convertidas en establos para ovejas. Un curioso destino que probablemente no pasara por las cabezas de quienes tallaron estas enormes cavernas en la piedra.


En resumen, probablemente uno de los abandonos más curiosos que se pueden visitar. Tanto por el mismo lugar, como por sus funciones pasadas.

Localización: +42° 10' 18.31", -3° 38' 0.57". En Google Maps la resolución del área es bastante baja, aunque se puede adivinar las construcciones del cuartal.

Estado: La cueva principal parece bastante sólida y no vi desprendimientos. La segunda estaba en peor estado, y si no se anda con cuidado puede uno acabar con una torcedura de tobillo. El cuartel se encuentra en estado de ruina avanzada, aunque la mayoría de lo que podía caerse ya lo ha hecho, por lo que no da sensación de inseguridad, aunque conviene tener la precaución habitual en estos sitios.

Acceso: La zona está desclasificada como área militar, por lo que se puede acceder sin problemas. Todos los accesos se encuentran abiertos e incluso se puede dejar el coche en la puerta del polvorín principal.

18.4.07

Bodega abandonada en Valdepeñas

Una vez más la observación directa y la simple casualidad fueron los aliados idóneos para dar con este sitio.

Más de una vez me había fijado en esta instalación, principalmente por una enorme torre con aspecto de silo, rodeada por otras edificaciones menores con las ventanas rotas y algún graffiti en sus paredes.


No fue hasta el otro día cuando una feliz combinación de falta de prisas, buen tiempo y la excusa de sacar al perro a que hiciera sus “cositas” (curiosa metáfora de algo tan natural y escatológico a la vez) hizo que pudiera desviarme a echar un vistazo a este lugar.

Resulta hasta divertido que después de ver el sitio desde la carretera, e incluso hasta un buen rato depués de pasear por sus ruinas, nunca se me hubiera pasado por la cabeza el pasado uso de esta edificación. ¿Qué otra industria abandonada podía estar situada en los alrededores de Valdepeñas sino una bodega?

Y como decía, no fue hasta un buen rato, y tras observar con curiosidad una serie de pequeñas “piscinas” con azulejos de colores, hasta que se me ocurrió que la finalidad de estas era pisar la uva para obtener el mosto. De repente todas las piezas de lo que había visto hasta ese momento cayeron en su lugar, como esos finales de películas cuando una revelación sorprendente enlaza todos los hilos de la trama y todo cobra sentido.


El sitio está bastante desolado. Gran parte de techos y tejados se encuentran en el suelo. No encontré maquinaria alguna salvo un par de carros con engranajes oxidados de utilidad desconocida, y alguna tubería aquí y allá.



El enorme silo que se ve desde fuera estaba hueco por dentro, y casi diáfano salvo por las estructuras metálicas de varios niveles, conectadas por escaleras, y que probablemente albergasen algún tipo de depósito encajado en los grandes agujeros de las plataformas.


Llama la atención el la escalera de caracol que permite el acceso al primer nivel.


En el exterior, varios depósitos tirados como gigantescas latas de refresco oxidadas entre la hierba. Otro depósito, más grande y con una escalera soldada a su alrededor me permitió observar el lugar desde un nuevo punto de vista. Sin embargo la subida no estuvo exenta de riesgo, al notar que las soldaduras de varios de los escalones estaban bastante deterioradas. Por suerte nada que no se pueda evitar alargando el paso.


En la parte más cercana a la carretera se encontraban más depósitos, aunque de obra y bajo el nivel del suelo


También varias habitaciones que debieron ser almacenes, talleres y alguna oficina. No quedaba ningún resto interesante. Sólo escombros y suciedad. Curiosamente da la impresión de que gran parte de los daños han sido producidos por el tiempo y no por chatarreros como suele ser la norma. Queda gran cantidad de metal que el tiempo y la intemperie ha convertido en chatarra oxidada y prácticamente inútil.


Por el deterioro, las instalaciones deben de haber estado abandonadas al menos 20 años. Por mucho que he buscado no he encontrado ninguna referencia a esta bodega, ni en el propio edificio ni por Internet, por lo que sólo se puede suponer. Supongo que el negocio se iría a pique al tener que competir con las nuevas bodegas, enormes instalaciones con decenas de enormes depósitos de metal brillante que se encuentran por los alrededores.


Una visita curiosa. El sitio es relativamente pequeño y se ve rápidamente. Resulta curioso compararlo con industrias mucho más pequeñas y artesanales para el proceso del vino como las que encontré en La Aldehuela .


Como curiosidad, un disco de vinilo cerca de la puerta. Probablemente el lugar fue usado en alguna ocasión para alguna rave o similar. Empiezo a pensar que los antiguos efluvios etílicos atraen de alguna manera inconsciente a los “ravers”

Localización: 38° 45' 15.00", -3° 25' 0.64". Al sur de la localidad de valdepeñas, colindando con la autopista A4, se puede ver con bastante claridad en google maps.

Estado: Bastante ruinoso, aunque todavía se puede apreciar para que servía cada estancia. Hay bastantes derrumbes de tejados, y pasar sobre alguno de los depósitos subterráneos da bastante respeto. Mejor dejar los saltitos para otra ocasión.

Acceso: La verja de exterior se mantiene, pero tanto las dos puertas que la cierran, tanto al norte como al sur, han desaparecido. El único problema para acceder al lugar es dejar el coche en un camino de tierra, y darle la vuelta al salir.

Enlaces: Todas las fotos de la entrada, y un buen montón más, están disponibles a buen tamaño en la galería Valdepenas de favshare.

Salu2!