27.10.08

EQ6. Base espía de la NSA abandonada.

Nuestra siguiente cita fue un sitio de lo más curioso. Se trataba de las antiguas instalaciones de radioescucha que la NSA (National Security Agency) americana tenía en Berlin, y que quedaron sin utilidad tras el final de la guerra fría.

Curiosa es también la historia del lugar donde está ubicado: el monte Teufelsberg, o “monte del diablo” traducido al castellano. Desde el punto de vista geológico el monte no llega ni a bebé. De hecho, hace poco más de 50 años el monte ni siquiera existía.
Allí había lo que de haberse terminado de construir hubiera sido una escuela militar nazi. Tras el final de la Segunda Guerra mundial los aliados pensaron en demolerla con explosivos, pero al parecer el edificio resultó bastante más resistente de lo esperado. Entonces pensaron que sería mejor idea cubrirlo. El monte Teufelsberg en realidad es la esencia del Berlín de preguerra, ya que está formado por una gran parte de los escombros que se retiraron de la ciudad destruida por los bombardeos y combates.

Curiosamente, este monte artificial es el más alto de Berlín, por lo que fue elegido como lugar idóneo donde instalar los equipos necesarios para escuchar y decodificar las emisiones de la antigua RDA, e incluso de Polonia.

Las instalaciones permanecieron operativas como instalaciones militares hasta 1994. Posteriormente fueron utilizadas como estación de seguimiento de aviación civil durante dos años más, tras lo que las instalaciones fueron abandonadas.

Se realizaron varios proyectos para reconvertir el lugar. El primero planteaba construir apartamentos de lujo, además de zonas comerciales y de ocio. Este proyecto se detuvo por las presiones ecologistas por el entorno, ya que es zona boscosa de interés natural, a pesar de su “artificial” concepción. Se trató de modificar el proyecto por algo menos ambicioso, aunque sin más éxito. El proyecto sólo sirvió para derribar dos de los edificios más exteriores, que albergaban los generadores y otros servicios auxiliares, y vaciar completamente uno de los edificios, dejando apenas algo más que la estructura.

Los últimos planes para hacer algo con el lugar vinieron de mano del director de cine David Lynch, que pretendía construir una especie de templo dedicado a la meditación trascendental y otras rarezas, pero ciertas ideas y comparaciones con la Alemania nazi durante la presentación del proyecto hicieron que no pasara de mera idea.

Tras entrar lo primero que encontramos fue la típica garita de vigilancia. Los cristales antibalas estaban bastante agrietados, aunque habían resistido el vandalismo sin llegar a romperse. Aquí no había la típica valla para impedir el acceso de vehículos, sino un auténtico muro de acero que se levantaba del suelo mediante un sistema hidráulico.

El primer edificio que vimos fueron unos muelles de carga. En el interior no había mucho, aparte de espacio vacío. Al fondo había unos curiosos almacenes parecidos a jaulas, probablemente para almacenar temporalmente mercancías sensibles o valiosas.

El edificio justo encima de las cocheras resultó que eran los comedores. Tenían unos ventanales enormes y actualmente hechos añicos. Aquí se puede ver el comedor principal.



Entramos por detrás, y salimos por el pasillo principal, también lleno de escombros y cables.



En el edificio había una sala más pequeña, posiblemente un comedor de oficiales o invitados, o tal vez una pequeña sala de reuniones. Lo más curioso era una inscripción en la pared con las tropas desplegadas en la instalación, tanto de la NSA como de la fuerza aérea Británica (RAF).




Justo al lado se encontraba el más pequeño de los radares instalados en el complejo: la instalación JAMBALAYA. Al parecer se trataba de un dispositivo para pruebas y experimentos. Parece ser que bajo el se encontraba un bunker, aunque no hay acceso observable. La parte de arriba es actualmente inaccesible debido al derrumbe, posiblemente intencionado, de las escaleras de acceso.



La siguiente estructura interesante es la Torre Artica o Torre de Búsqueda. Por las fotos históricas que he visto esta torre es la más antigua de toda la instalación que se conserva hoy en día. En su interior nos encontramos varias oficinas devastadas en varios pisos.


Encontramos un ascensor y un montacargas grande, ambos derribados en la planta más baja.




En la parte alta, accediendo por una trampilla, se encontraba el emplazamiento del radar. Evidentemente lo único que queda de la entena giratoria es la base donde se emplazaba, además del domo, de un material parecido a tela muy fuerte y gruesa, opaco a la luz pero transparente a las ondas de radio. Se podía acceder al exterior de la esfera por los múltiples agujeros, desde donde se podía observar la torre principal.



Tras bajar encontramos algo de la vieja maquinaria que aún sigue allí. Las máquinas, de gran tamaño y gemelas, resultaron ser destructores de documentos. Evidentemente unas instalaciones de este tipo deberían de generar cantidades enormes de papeles confidenciales que no se podían tirar a la basura. En la habitación contigua, y comunicadas mediante tubos con las destructoras estaban estas enormes máquinas destinadas a convertir el papel despedazado en bloques de cartón compacto, fácilmente transportables y manejables.



El resto de edificios resultaba de lo más monótono. Oficinas y más oficinas, con las planchas de madera de los dobles suelos levantadas y los cables quitados. Algún baño aquí y allá, pero poca cosa interesante que resaltar. El trabajo de limpieza realizado por los americanos primero, y más tarde por los alemanes y la constructora fueron muy concienzudos. Ni siquiera encontramos los típicos calendarios viejos o alguna pegatina perdida.



Así que dejamos lo más impresionante para el final: la torre principal. Por desgracia los pisos inferiores habían sido limpiados dejando poco más que la estructura .



Accedimos a la azotea subiendo por las escaleras alrededor de uno de los montacargas. Los pisos intermedios estaban llenos de pintadas y poco más. La azotea, sin embargo, resultaba un paisaje casi extraterrestre. Las enormes “bolas” de enorme altura y la gigantesca torre principal resultaban impresionantes.


También las vistas desde la azotea eran espectaculares. No en vano este es un lugar privilegiado, nada menos que la mayor altura de todo Berlín. Se podían observar todos los alrededores de la ciudad. Lo más sorprendente, sobre todo viniendo de Madrid, es que prácticamente todo lo visible desde allí estaba cubierto por vegetación.



La torre principal tiene varios pisos de alto. Por algún motivo cada piso está rodeado por una tela dura parecida a la usada en las cúpulas de los radares, en vez de tener paredes de obra. El motivo de esto lo desconozco, ya que no hay señal alguna de maquinaria en los pisos intermedios. La tela está rota en varios puntos mostrando espectaculares vistas de los alrededores y las instalaciones.


Desde la parte alta había una vista espectacular de la terraza, sus cúpulas y la torre de búsqueda, además de los comedores y el interminable bosque tras ellas.



En la parte alta están los restos del radar. Esta cúpula es distinta al resto ya que está constituida por piezas de material muy duro, posiblemente plástico o fibras, encajadas entre ellas. En el interior la única maquinaria que queda son los restos de lo que pudo ser algún tipo de grúa. El ambiente en al cúpula es bastante curioso. Cuando el sonido del viento se apacigua cualquier sonido producido en el interior provoca incontables ecos.



El sitio estaba bastante concurrido. En total nos cruzaríamos con una veintena larga de alemanes haciendo “turismo alternativo”. Alguno incluso se había llevado al perro.
Pero lo verdaderamente curioso nos lo encontramos el día anterior cuando fuimos a echar un vistazo previo al lugar.
¿Os imagináis llegar a un sitio así y encontraros un helicóptero con soldados armados apoyados en los patines? Pues justo eso fue lo con lo que nos topamos. Evidentemente no se trataba de un ataque terrorista, o tal vez sí, pero en cualquier caso era uno fingido para el rodaje de alguna película. De hecho, al día siguiente encontramos bastantes casquillos de fogueo en la terraza de los radares, alguno de ellos sin usar.



Como podéis ver en las fotos este sitio tiene todas las papeletas para convertirse en el abandono más friki del blog, por méritos propios. Me va a costar localizar algo más exótico que esto.

Enlaces:
Para los que dominen el inglés, hay unos cuantos sitios interesantes en la web sobre el sitio. Y aunque no sea el caso, sólo por las imágenes ya vale la pena la visita:

- Los alemanes del Chaos Computer Club hicieron una visita tiempo atrás, donde documentaron fotográficamente el lugar de manera extensa, incluyendo planos del lugar e instalaciones que nosotros, por la falta de tiempo, pasamos por alto. Espectacular la foto aérea del lugar, con la antena roja y blanca británica, hoy desaparecida.

- Encontré una web creada por veteranos americanos desplazados en Berlín. Las partes más ineteresntes son dos páginas de fotos “antiguas” del lugar, incluso de los años 70, y otra con fotos más actuales de 1999, antes de que empezasen los derribos.

- Y por último, mi album de favshare sobre la base espía, donde podréis ver el resto de las fotos que hice allí.

Salu2!

16.10.08

EQ6.Base rusa de blindados abandonada

Teníamos el plan del día bastante claro. La pena es que el primer abandono que fuimos a visitar resultó estar un tanto menos abandonado de lo que pensábamos. Para que os hagáis a la idea, había que pagar entrada y había un guía. Lo mismo si me quedo sin material os cuento otro día de que se trataba, porque resultaba, cuanto menos, curioso.

Para terminar de desbaratar los planes, de camino al sitio ese, nos encontramos un edificio grande y de aspecto muy ruinoso. Lo marcamos en el GPS y de vuelta decidimos echarle un ojo, a ver si encontrábamos una entrada trasera.

Tras aparcar el coche cerca de la valla de entrada empecé a buscar algún agujero en la valla o similar, sin mucho éxito. Cuando volví al coche resultó que Umpi había visto que la valla estaba abierta. Desde entonces acuñamos la definición de “Umpientrada”, como “entrada a un lugar terriblemente sencilla pero que no se ve a primera vista”.

Nos dirigimos directamente al edificio principal que habíamos visto desde la carretera. El paseo fue bastante largo. La mayor parte de edificios eran almacenes y garajes, y lo que parecían talleres. También vimos varios fosos para vehículos de enorme tamaño. También vimos correr a los únicos habitantes que vimos allí: un par de corzos. Señal de que por allí no pasaba nadie desde hace tiempo.



Más cerca del edificio principal la mayor parte de las cocheras tenían puerta y encontramos algo de maquinaria, como este armario de control muy parecido a otro que habíamos visto en el hospital el día anterior, además de algunas baterías y acumuladores industriales.



El edificio principal era bastante espectacular. Llamaba la atención por los colores de la fachada. Parece que en otro tiempo debió ser de un color azulado, por lo menos en esa fachada. También llamaba la atención la calzada empedrada, en vez de ser asfalto. Salvo por alguna hierba ocasional entre los adoquines se conservaba en muy buen estado.



El interior estaba muy deteriorado. Largos pasillos llenos de escombros y habitaciones a cada lado, con varias escaleras para comunicar los pisos. Las escaleras resultaban curiosas, ya que daban dos “vueltas” entre cada piso. Más tarde nos dimos cuenta de que se debía simplemente a la enorme altura de los techos, de casi 4 metros de alto.
Los pisos superiores estaban en peor estado aún que los de abajo. Aquí, los escombros eran la norma, e incluso encontramos algún sanitario fuera de sitio como este.




La mayoría de las habitaciones no tenían prácticamente nada dentro. Los suelos debieron ser de parquet en su mayoría, aunque se encontraba arrancado y deteriorado en casi todas las habitaciones. Una de ellas me llamó la atención por el enorme mapa de Europa en una de sus paredes. Resultaba curioso leer los nombres apenas reconocibles por la grafía rusa de las grandes ciudades europeas.



Aparte de eso poca cosa más que destacar. Algunos baños y mucho destrozo. Los sótanos estaban llenos de trastos viejos pero poca cosa interesante. La excepción llegó por parte de una curiosa colección de láminas militares de tamaño póster, en la que se explicaba gráficamente tácticas artilleras y de guerra mecanizada. Suerte de los dibujos, porque el texto nos resultaba ilegible, como siempre. Tras ver estas láminas pocas dudas quedaban de que el las cocheras habían albergado tanques y otros vehículos militares.



Debió de ser una imagen impresionante ver las cocheras llenas de esos mastodónticos T-72 y T-80 de cuarenta toneladas, verlos paseando por los caminos adoquinados o destripados por labores de mantenimiento en los talleres, hoy totalmente vacios.




Otra cosa curiosa es que, a pesar de la estructura de “puente” que podéis ver en las fotos, era imposible cruzar el hueco para vehículos por el interior del edificio. La parte delantera del edificio también era curiosa por sus colores, que le daban un aspecto no demasiado marcial. El cartel sobre la puerta lo pude traducir después como “Albergue”, por lo que debieron ser habitaciones de la tropa o los mandos.



Había gran cantidad de edificios, pero el estado era el mismo o peor, y no tenían tan buen aspecto como ese, así que, tras echar un vistazo, decidimos dirigirnos a la salida, pasando antes por una chimenea que nos había llamado la atención mientras veníamos.

De camino nos llamó la atención esta garita. Puede que se tratase de alguna zona de control, o parte de un sistema de surtido de combustible. De cualquier manera parece que tuvo tiempos mejores.


Tambien asomamos las narices por alguno de los talleres más grandes. Este, en concreto, tenía dos pisos, aunque arriba no había mucho. En la puerta del fondo se puede leer algo parecido a "Almacen. Peligro de incendio".



La chimenea que habíamos visto parece que formaba parte de una pequeña sistema de generación de vapor, agua caliente, etc. En las primeras habitaciones encontramos lo que parecían unas enormes duchas comunes.

Más adelante apareció lo que debió ser una lavandería. Al menos eso nos pareció por la gran cantidad de maquinas en forma de cilindro y con aspecto de girar, como lavadoras industriales.



Un poco más lejos estaba el edificio con la chimenea que nos había llamado la atención. Constaba de dos alturas, con el segundo piso en forma de plataforma metálica sobre el primero. Por todos lados había depósitos metálicos, tuberías y llaves de paso. La maquinaria más grande estaba cerca de la chimenea. En rojo estaba marcado con pintura “Caldera 2”, y más allá la “Caldera 3”.



Entre las tuberías me llamó la atención este sistema de tubos y medidores que estaba conectado a la Caldera 2 por el lado contrario a la foto anterior.



Buscando encontramos una cosa bastante curiosa. En una pequeña habitación había otra aún más pequeña, como para albergar a 4 personas a lo sumo sentadas, con paredes de madera y los escalones de madera típicos de…. ¡una sauna! Desde luego es una forma curiosa de aprovechar el vapor allí generado, aunque uno no espera ver esos “lujos” en un entorno tan industrial. Es casi como encontrarse un jacuzzi en el baño de un taller de coches.

Tras salir de allí nos fuimos directamente al coche, ya que queríamos echar un vistazo al abandono que teníamos previsto para el día siguiente antes de que cayera el sol.

Lo que vimos, y por extensión habéis visto por aquí, fue sólo una pequeña parte de lo que había allí. Luego, desde el coche, pudimos comprobar que la extensión de terreno era aún mayor de lo que parecía, y que, por ejemplo incluia al menos otra chimenea industrial de mayor tamaño que la que vimos, y al menos 5 ó 6 bloques de apartamentos colmena. Apenas estuvimos una tarde, y una visita exhaustiva hubiera requerido todo un día, o incluso más. Desde luego no fue un mal descubrimiento para ser sólo “un edificio que vimos desde la carretera”, y al que nos acercamos porque nos llamó la atención su reloj.



Para variar, el resto de fotos en el correspondiente álbum de favshare.

Salu2!

9.10.08

EQ6. Hospital abandonado de Beelitz-Heilstätten. Parte II

Tras haber comido y recuperado fuerzas nos dispusimos a seguir con la excursión. El alemán que nos encontramos en el primer edificio tenía un mapa y nos comentó que el resto de edificios estaban abiertos de par en par, así que nos dirigimos al sector noroeste del complejo.

Caminando por una estrecha vereda en el bosque nos dimos de bruces con un edificio enorme y prácticamente destruido. Incluso a pocos metros de la fachada la enorme mole gris era casi invisible entre los árboles.

En el interior escombros, paredes ennegrecidas y desolación por todas partes. En otras circunstancias no habría llamado mucho la atención, pero comparado con los edificios que acabábamos de ver pocas horas antes el contraste era brutal.



Largos pasillos sin ventanas, pintura o mueble alguno. O casi, ya que encontramos los restos oxidados de una vieja camilla, como un esqueleto olvidado. También algunos barriles y algún trasto más reciente, como un monitor de ordenador destrozado.



Los pisos superiores no estaban en mejor estado.
Las escaleras aún aguantaban en buen estado, aunque en los pisos superiores en vez de escalones lo que había era una rampa, por haber desaparecido los escalones.

Pero lo más impresionante era lo que fue el último piso. Los tejados de estos edificios se sustentan en una estructura de madera sobre la que se colocan las tejas. En este caso la estructura había desaparecido por completo. El tejado era una sucesión de restos muros de lo que fueron las habitaciones, tierra y un auténtico bosque casi tan frondoso como los que había metros más abajo. Algunos árboles tenían troncos gruesos que indicaban que habían conquistado aquel lugar hace muchos años.

Recorrimos el edificio a todo lo largo, sin encontrar mucho más que destacar. Alguna habitación grande, un vestíbulo destruido… Ruinas y maleza por doquier. Probablemente el edificio resultó tan dañado durante la II Guerra Mundial que los rusos ni siquiera se molestaron en reconstruirlo.



Tras terminar con el edificio nos dirigimos a lo que pensamos que era el norte. Tras caminar un buen rato con lo único que dimos fue con lo que parecía una especie de granja invadida por la maleza, con edificios de una planta prácticamente destruidos y los restos de un BMW que había tenido momentos mejores. Muchos momentos mejores.
Dimos la vuelta y desandamos el camino como supimos hasta dar con el edificio en ruinas. Mientras el grupo descansaba me di una vuelta por un camino que parecía en buen estado, sólo para encontrar que acababa en un barrio de casas bajas con un parque lleno de críos. Curiosamente, justo al lado, había uno de los típicos edificios-colmena tan habituales en la vieja RDA, totalmente abandonado. Volví con el grupo sin poder dejar de pensar que si aquello no era el paraíso del abandono no debía de faltarle mucho.

Siguiendo el camino principal, hacia el este, localizamos pronto muchas más construcciones bajas, aunque en bastante mejor estado. Al final de este viejo pasillo de arcos de metal nos encontramos con uno de esos edificios que cada vez nos eran más familiares.



En este caso se trataba de un edificio idéntico al primero en el que estuvimos. Tanto el diseño como la estructura eran prácticamente iguales, excepto porque en este no encontramos un gimnasio como en el primer caso.



La otra diferencia era el estado del lugar. Aquí la mayoría de las láminas de madera que tapaban las ventanas no estaban, y todas las puertas estaban abiertas de par en par, tal y como nos había comentado el alemán.



También daba la impresión de que este edificio había estado en uso hasta más recientemente, porque a diferencia del otro en este sí que hallamos algunos muebles y restos de equipo médico, como esta mesita para material sanitario.



También había zonas en mucho peor estado. La ausencia de cristales en muchas estancias había hecho que la naturaleza realizase su trabajo con gran eficiencia.



Otras habitaciones, como estos servicios, tenían una curiosa estructura abovedada que recordaba a la gran sala con baño del segundo edificio, auque ni por asomo llegaban a la grandiosidad de este.



En otras habitaciones quedaban algunos muebles como este pequeño armarito. Curiosamente no vimos ninguna cama ni camilla por ninguna parte.



Lo que si vimos, y en una sorprendente cantidad fueron…. ¡Frigoríficos! Y no precisamente grandes refrigeradores que uno esperaría ver en un hospital, sino pequeñas neveras de poco más de un metro de alto de marcas rusas. No recuerdo cuantas vimos, pero diría que se acercaba a la decena. La más llamativa era esta. Tal vez no por si misma, sino porque estaba colocada de manera que la luz del atardecer la iluminaba perfectamente.



También encontramos algunos trastos raros por allí. Si os fijáis al fondo veréis una enorme caja de metal. Ni idea de para que servía, pero era una enorme caja verde casi del tamaño de una furgoneta pequeña, totalmente vacía por dentro. Una puerta y poco más. Como una caja de ascensor. Parecía bastante más moderno que el resto de trastos que había por allí. El hecho de que se encontrase en un piso alto (2º o 3º, no recuerdo bien) hacía más extraña su presencia. El otro trasto que se ve al fondo, más pequeño era una especie de lavadora o centrifugadora.



Las escaleras eran muy parecidas a las del primer edificio, aunque si os fijáis, la puerta está muy pegada a la baranda, hasta el punto de que… ¡No se puede pasar con la puerta cerrada! Bueno, en realidad se podía, pero con no poco esfuerzo, y más valía no haber comido mucho antes de intentarlo.




Había comentado en el post anterior que aquí se había rodado parte de la película El Pianista. Tras verla, el único lugar que pude reconocer fue una de estas escaleras. Cuando los alemanes atacan el piso donde el protagonista se esconde este intenta huir, primero hacia la azotea y luego hasta la calle. Las escaleras que sube y baja en la película tienen las barandas exactamente con el mismo diseño y color de estas, aunque teniendo en cuenta que todas son iguales a saber cual sería exactamente.

En este edificio tampoco había sótanos propiamente dichos. Había varias habitaciones pequeñas por debajo del nivel del suelo, aunque todas con ventanas. En una de ellas encontré este diván y unas botas de jardinero. El cartel de la pared parecía algún tipo de tabla con horarios o algo así, aunque estando en ruso no hubo manera de entender nada.



El siguiente edificio que visitamos resultaron ser las cocinas. En este caso no había duda alguna. Aunque los fogones ya no estaban las enormes campanas extractoras sí que seguían en su sitio.



En la habitación contigua sí que estaban los grandes hornos de múltiples estantes que servirían para hacer el pan. Mientras el resto de gente andaba por allí haciendo fotos y vídeo me “escapé” a hacer una visita a la buhardilla y los sótanos. En este caso sí que encontré algunos muebles, como viejos sillones, pero lo más curioso fue un par de habitaciones en el sótano. En una de ellas había un montón de viejos barriles de madera vacíos. En la siguiente algo más curioso: montones de botes de cristal con conservas . La pena es que este sí que era un sótano de verdad, y no había más luz que la de mi linterna.

El siguiente edificio que vimos no parecía gran cosa en principio, así que lo vimos rápidamente sin que nada nos llamase la atención.

El siguiente, sin embargo, era bastante más espectacular, aunque a primera visto no lo parecía. Posteriormente supimos que se trataba del edificio de cirugía, pero en aquel momento sólo vimos que la estructura era muy diferente a los anteriores, probablemente más moderna. Los relieves junto a la puerta resultaban curiosamente inquietantes, a pesar de ser simples pájaros y ramas.



Este edificio era simplemente enorme. La estructura era distinta a los demás. En lugar de ser lineal, en este caso era cuadrada, con un cuerpo principal muy largo, otro paralelo más pequeño y dos más cortos para comunicar estos, de manera que quedaba un gran patio en el centro del edificio. Los jardines de este patio ahora eran casi una jungla.

En este edificio encontramos también otras “novedades”, como un enorme ascensor. Curiosamente este no se encontraba estrellado en la planta baja, como suele ser habitual, sino bloqueado en el último piso. También encontramos algunos carteles militares rusos, como este, con fotos de pilotos y soldados, además del texto ilegible.



En las esquinas del edificio secundario encontramos varias salas más grandes y casi redondas. Una de ellas quizá fuera un quirófano, aunque no vimos material alguno. La otra tenía dos pequeñas “bañeras” de obra. Resulta un poco extraño el gran tamaño de la sala para dos bañeras tan pequeñas, así que no estoy muy seguro de para que servirían.



Las habitaciones de la planta de abajo tenían unas puertas curiosamente grandes . Es posible que fueran así para facilitar la entrada y salida de las camillas. En principio pensamos que podían ser quirófanos, aunque el hecho de que tuvieran acceso al porche nos hizo desechar la idea.



A esta hora ya había caído el sol y la luz era muy escasa. Las últimas fotos son más brillantes sólo debido a que fueron tomadas con trípode y exposiciones bastante largas. Viendo el plantel decidimos echar un vistazo a los sótanos, que ya de por si tenían poca luz, antes de irnos. Allí encontramos largos pasillos de servicio, llenos de tuberías. También dimos con la sala de máquinas, que aún conservaba parte de su maquinaria de calefacción e incluso lo que parecían generadores diesel para proveer de electricidad al edificio de manera autónoma. Los paneles de mandos eran impresionantes, aunque curiosamente la mayoría de las esferas y agujas habían desaparecido.

La sorpresa de la noche llegaría en una habitación perdida del sótano. Normalmente los graffiti suelen ser una plaga sin gracia en estos sitios. Pero de vez en cuando uno se lleva sorpresas como esta. Sólo con la luz de la linterna aún era más impresionante. De hecho, la foto está tomada “pintando con luz” de la linterna, ya que no había otra fuente de luz allí.



Hicimos una pequeña salida a recoger al grupo de vídeo, que estaba en la entrada del edificio, sentados en el borde de un gran estanque vacío. El aspecto del edificio de cirugía a desde allí era bastante inquietante, sobre todo a medida que la luz iba desapareciendo.



Les convencimos de que vinieran a echar un vistazo a los “descubrimientos” del sótano antes de irnos. Mientras nos dirigíamos a la salida me “distraje” un momento echando un vistazo a una chimenea que había visto al pasar por el edificio que habíamos pasado por alto previamente. No había nada interesante, pero la maniobra sirvió para entretener al resto del grupo lo suficiente como para encontrar por casualidad lo que debió ser un aula de medicina. Una pizarra enorme, mesa y muchas butacas a distintos niveles. Casi sin luz, la foto de la sala salió horrible, ya que el tamaño de la sala hacía imposible iluminarla con la linterna, y a esa hora ya era noche cerrada, por lo que ninguna luz entraba por las ventanas.

Aprovechando que el resto del grupo andaba intentando filmar y “afotar” el aula, volví a aprovechar para echar un ojo por aquel semisotano. Tras dar un par de vueltas por allí encontré algo bastante sobrecogedor.



Una auténtica y genuina sala de autopsias, con su mesa con ranuras y desagües para líquidos corporales incluida. Este último descubrimiento provocó otra pequeña avalancha de fotos y que saliéramos del hospital agotados pero satisfechos.

Resulta curioso pensar que en todo el día (y ocupando dos entradas del blog) probablemente sólo vimos más o menos la mitad de las instalaciones. Aún así, este ha sido probablemente el mejor abandono que haya visto hasta la fecha.

Respecto a explorar por la noche un hospital abandonado y en ruinas, realmente tampoco fue para tanto. Lo peor de todo fue la dificultad para tomar fotografías sin luz en interiores. En cuanto a los “fenómenos paranormales”, lo único que pasó es que la cámara se quedó sin baterías al poco de anochecer, aunque teniendo en cuenta que había aguantado todo el día sin parar de echar fotos no es lo que se dice algo muy sobrenatural. Cambiar a la batería de repuesto y listo. Lo que sí fue sobrenatural es que las pilas de la linterna aguantasen todo el día sin desfallecer. Si alguien necesita una linterna pequeña, potente y que aguante con sólo un par de pilas AA que se busque una Fenix L2D. Para mi, los 40€ mejor invertidos que he hecho en mucho tiempo.

Como siempre, el resto de fotos que no están en el post en el álbum de favshare

Salu2!