25.8.08

Club de alterne abandonado.

A partir de ahora, si me preguntan si alguna vez he estado en un club de alterne, no tendré más remedio que responder que sí. Y además con mi pareja y el perro, pervertido que es uno.

Este en concreto lo tenía “fichado” desde hace bastante tiempo. Hará cosa de casi un año que lo vi al pasar con el coche con aspecto de cerrado, y la siguiente vez que pasé había una enorme pintada en su pared con un SE VENDE y un número de teléfono. Graffiti autorizado, seguro, pero tan feo como el 90% de los que me encuentro.

Entre unas cosas y otras, y sobre todo porque está situado en una autopista de la que es difícil salir si no se va al sitio ex profeso, fui dejando la visita al antro de perversión más de la cuenta. Hasta no hace mucho, que me pilló con ganas y, sobre todo, algo de tiempo que "desperdiciar".

Por desgracia otros no han perdido tanto el tiempo. A pesar del interés del propietario en cerrar el lugar, incluso con portones metálicos y algún muro de ladrillo en una puerta, los amigos de lo ajeno no tuvieron mayor problema para entrar en el lugar y desguazarlo. Curiosamente se llevaron casi todo lo metálico y de utilidad, principalmente cocinas, sanitarios, frigoríficos, griferías y aparatos de aire acondicionado, dejando casi todo el mobiliario en mal estado, pero sin llevarse casi nada.

Así que lo que me encontré fue un burdel con montones de muebles y enseres amontonados y rotos, abierto de par en par y muy solitario.

Por precaución empecé por asomarme por la parte trasera. Por el aspecto del lugar no me hubiera extrañado encontrarme a alguien viviendo allí. Por suerte no fue el caso.

En un edificio aparte se encontraban una serie de habitaciones pequeñas. Todas tenían armarios, vacíos y rotos, y alguna de ellas algún somier o colchón. Probablemente allí sería donde los empleados vivían cuando no estaban trabajando. Los muebles tenían aspecto de tener mucho tiempo. Incluso un armario tenía un montón de pegatinas de la clásica serie V, aquella donde los extraterrestres eran lagartos disfrazados de jamonas y se alimentaban de ratones. La verdad es que estas habitaciones no tenían demasiado interés fotográfico: pequeñas, vacías y con pocos trastos.

En el edificio principal se encontraba la cocina. Como decía antes, casi todo lo de metal había “volado”, aunque los muebles de cocina seguían en su sitio, al igual que gran cantidad de botes y trastos, o las especias en el armario.



Junto a las cocinas se encontraban lo que debieron ser algunas oficinas o similares. Algunos papeles aquí y allá, muchos trastos y armarios movidos de sitio.


Poco más allá se encontraba la “barra americana” del bar. La sala no era especialmente grande, lo que de primeras me sorprendió bastante. De hecho, la mayor parte de los bares de carretera tienen salas más grandes.



Detrás de la barra tampoco quedaba gran cosa. Todas las instalaciones propias de un bar habían desaparecido, quedando apenas un par de mesas y algunas cubiteras y cajas de cerveza vacías.



Pasando a la sala de atrás nos encontramos con algunas cosas curiosas. Lo primero este pequeño armario en una pared. Por el aspecto diría que era donde se guardaban las llaves de las habitaciones o algo similar, pero tampoco estoy totalmente seguro. También podía ser algún tipo de buzón por las ranuras que tenía en cada casillero.


Había un par de ellos, aunque el segundo estaba tirado por los suelos en una esquina.



Las habitaciones tenían poco que ver. La mayor parte de los muebles destrozados y los sanitarios arrancados dejaban poco a la vista, aunque bastante más a la imaginación. Esta habitación, por ejemplo, tenía espejos por todas partes, incluido en el techo.



Sin embargo la habitación mas espectacular fue esta otra, por motivos obvios. Otra cosa fue lo que tuve que sudar para obtener una foto decente. La única luz disponible provenía de la puerta, y esta daba a un pasillo, por lo que la luz era muy escasa. El resultado con el flash integrado era horrible por las sombras, pero sobre todo por el polvo en suspensión. Al final, con una exposición larga e iluminando la estancia con la linterna salió esto. La luz sigue siendo un tanto rara por los espejos, pero el resultado no fue del todo malo.



Dando vueltas por el local encontré unas escaleras. Me sorprendió un poco porque desde fuera hubiera dicho que el edificio sólo era de una altura. Las escaleras estaba oscuras y llenas de telarañas, y el techo muy bajo. Cuando llegué arriba me encontré con esto, aunque bastante más oscuro de lo que aparece en la foto. Una vez más tuve que usar la técnica de la linterna, aunque en este caso la imagen quedó bastante más oscura y requirió mucho más procesado para dejarla mínimamente útil.



Resultaba que el bar me pareció tan pequeño porque había una segunda barra al otro lado de la entrada, y en la que no había reparado al principio.

Esta sala sí que era bastante grande, con un buen número de sillones arrumbados aquí y allá, y una segunda planta con una especie de reservados desde los que se podía ver la sala de abajo, tal y como pude ver tras bajar por las escaleras opuestas a las que usé para subir.



En esta barra, decorada con madera y fieltro, y algunos dibujos “curiosos” había hasta una mesa de diskjokey, de cuyo equipo, lógicamente, sólo quedaba el agujero y unos cuantos cables colgando.



La salida de la sala daba justo a la entrada del local, donde setaba el guardarropa. Al asomarme al principio había pasado por alto la sala porque estaba sumida en la total oscuridad, mientras que la puerta abierta me había deslumbrado. En la habitación junto al guardarropa encontré algo entre desagradable y curioso. Había alrededor de una veintena de bolsas de supermercado llenas de lo que parecían ser…. ¡compresas usadas! Se ve que a alguien se le olvidó sacar la basura antes de echar el cierre.



Aparte de todo eso poca cosa más que reseñar o fotografiar. Algunas carcasas viejas de videos pornos en vetusto formato VHS, unos libros de lo que parecían ser cursos de diseño, montones de botellas vacías de Coca-Cola en el patio o estos zapatos llenos de telarañas.



En general una visita curiosa. Una pena que hayan dejado el local así para robarlo, seguro que unos pocos meses antes hubiera dado mucho más juego. Si alguien está interesado en adquirirlo para montar… Bueno, lo que se quiera montar, que me lo diga y me fijaré en el teléfono del dueño al pasar otra vez por allí. No me llevo comisión.

Salu2!

4.8.08

Mina de mercurio abandonada en Asturias

Uno siempre intenta aprovechar los viajes para pasarse por algún abandono. Por desgracia los viajes suelen tener una agenda bastante apretada, y muchas veces más que vacaciones parecen una especie de tour de force para ver sitios, llenar la barriga e intentar dormir unas cuantas horas entre medias.


Por suerte esta vez pude dedicar un rato a ver esta mina asturiana de camino a casa. Suerte fue no tener que dar muchas vueltas, que estuviera a tiro de piedra de la autopista, y que mi agonizante GPS, que sufrió la amputación traumática de su conector de alimentación durante el viaje, tuviera batería suficiente para llevarme al sitio.

Así que pude dedicar poco más de una hora a echarle un vistazo a esta vieja mina. Como “novedad” más visible está el uso de la fotografía HDR. El motivo principal fue el pequeño problema de que al estar en la ladera de un monte con abundante vegetación, la mayor parte del lugar estaba en sombra, mientras que el cielo permanecía parcialmente nublado. Eso hizo que las primeras fotografías que hice aparecieran en la pantalla con cielos bien expuestos y edificios casi negros, o edificios adecuadamente claros con cielos totalmente blancos. Así que, aprovechando que llevaba el trípode, hice un buen número de fotos HDR, la mayoría de ellas con sólo dos tomas. El colorido resultado salta a la vista.


Desde bien lejos se podía ver la torre elevadora. Al pie de la carretera se observan claramente los dos viejos ascensores con railes que se utilizaban para subir las vagonetas con el mineral de cinabrio extraído.


Bajando un poco más la carretera se encontraba el acceso a las instalaciones. Por suerte la puerta estaba abierta y pudimos acceder sin inconvenientes. Al fondo se podía ver la torre a la que hacía referencia antes.



Al pie de la torre, mirando hacia el fondo de las instalaciones se podían observar todos los edificios de la mina. El primer edificio a la izquierda, hoy vacía, albergó en su tiempo todos los sistemas de transformación eléctrica de la mina.



En esta imagen se puede ver donde estarían los transformadores dentro de este edificio. Apenas quedaban los aislantes cerámicos de los cables y poco más.


El edificio del fondo a la derecha albergaba talleres y algunas oficinas. En él encontré este viejo sillón. Parece que no hay abandono sin sillones. Personalmente me encantan...



También había algunos almacenes y muebles. En este había gran cantidad de botes de plástico, probablemente posteriores al abandono por el aspecto que tenían, además de gran cantidad de latas de aceite.



En otra habitación del edificio estaban estas estanterías. Por las etiquetas en la madera parece que aquí se guardaban piezas de repuesto variadas. Me llamó la atención el pequeño armarito de primeros auxilios, totalmente vacío.



Los edificios a la derecha albergaban algunos despachos. Llamaba especialmente la atención un pequeño apartado con una mesa de despacho grande y sillas de madera tapizadas en piel. Sobre la mesa lo que en su época sería una pequeña fortuna en acciones de la empresa, fechadas en 1979 y por valor de 500 pesetas cada una. Hoy sólo papel mojado.



En un edificio aledaño un descubrimiento curioso. Centenares de viejos discos musicales de vinilo. A saber por que motivo acabaron tirados aquí.




Ladera abajo se encuentra toda la maquinaria utilizada para obtener el mercurio a partir del mineral de cinabrio. El proceso se resumía en el triturado del mineral y posterior calentado, de manera que el mercurio, bastante volátil, se evaporaba, tras lo que sus vapores se volvían a licuar para obtener mercurio líquido. También se obtenía arsénico de este proceso. Desde luego imaginar este lugar rezumando vapores tóxicos de mercurio y arsénico es un tanto inquietante, y por si acaso procuré no andar tocando demasiado la maquinaria.



Lo que más llama la atención son los enormes depósitos de madera, posiblemente destinados a la obtención del arsénico a partir del hollín procedente de la calcinación del cinabrio.



Lo que resultaba curioso es que no sólo los depósitos eran de madera, sino que también las tuberías que los conectaban también lo eran.



En la parte baja se encontraba un tubo enorme y bien aislado que debió formar parte del horno donde se tostaba el mineral. En sus extremos, tolvas y maquinaria oxidada.



Aparte de esto sólo observé un viejo cobertizo con fosos que debió servir para el mantenimiento de los camiones que manejaban el producto finalizado y los deshechos.



En su interior esta vieja mesa de madera junto a una ventana, estanterías, restos de neumáticos viejos y latas de aceite.



Desde luego la visita valió la pena. Ya es raro últimamente dar con un sitio que no esté pintado de arriba abajo. Y más raro encontrar un “vertedero” de viejos discos de vinilo. Lo único que me apenó un poco fue no poder acceder a la segunda planta de los talleres, bloqueada con una enorme puerta de metal. Alguien había intentado forzarla con una palanca, con escaso éxito, ya que la palanca seguía allí, y la puerta seguía firmemente cerrada. Por las ventanas se podía ver que allí había muebles y archivos en bastante buen estado. Supongo que de haber estado abierta la puerta no habría sido el caso.



Localización: Otra vez prefiero guardarme la situación. Aún no acabo de entender como el sitio no está arrasado, pero prefiero que siga así.


Estado: El metal está oxidado, así que no es seguro andar subiendose a las pasarelas y escalera metálicas. Los edificios se conservan bastante bien, al menos en las plantas inferiores.


Acceso: Se puede entrar tranquilamente andando, y entrar en todos los edificios excepto a la segunda planta de los talleres.